miércoles, 24 de diciembre de 2008

FELICIDADES!!!


Hay momentos en lo que los recuerdos afloran
más de lo común.
Existen sensaciones que se agudizan
y sentimientos que surgen sin prejuicios.
La navidad logra esto y mucho más.
Porque es inevitable hacer una balance de nuestro año
y porque en cierta forma, es necesario hacerlo.
Mi balance es más que bueno,
porque estoy donde quiero estar.
Porque tengo una familia hermosa
que todos los días de mi vida
me recuerda lo importante que es
estar juntos.
Porque mis amigos son capaces
de regalarme sonrisas del alma, miradas con el corazón
y porque los tengo a ustedes, amigos virtuales,
que siempre han tenido para conmigo
unas letras de aliento, de cariño y me han permitido
entrar en sus mundos, tan mágicos.
A todos, muchas gracias y FELICIDADES!!
LOS QUIERO!!
Sil.*

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Hace ya casi un año, que este pedazo de mi imaginación comenzó a florecer.
Hace ya casi un años, que dejo mis letras, a veces alegres, a veces tristes, pero siempre mías.
Hace ya casi un año, que ustedes me regalan palabras, sensaciones y nutren mi alma de mimos.

Por este primer año: GRACIAS!!

Musitándome

Tengo un corazón lleno de tristeza
que apenas pulsa, cansado.
Tengo unos ojos llenos de llanto
que no quieren abrirse, dolidos.

Hay un pedazo de mi sensatez
que he perdido en el ruedo,
y existe una gran imprudencia
que me colma de recuerdos.

Esta extraña certeza de mi alma,
no es más que todo el amor
que para ti he guardado
en silencio, esperando.

Eres mi vida y también más.
la perdición de mi cordura.
Nada soy y nada tengo
si no escucho tu voz, musitándome.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Te vi

Te vi y me vi sin barreras, sin esas separaciones que quiebran el corazón.
Me viste verte y brillaste, simple, como siempre y quizás un poco más.
Ya no importó el sonido de tu voz, las palabras que se perdieron con el viento, tus manos gesticulando y tu boca sonriendo. Ya nada me importó. Porque pude verme en tus ojos y volví a descubrir esos detalles que siempre me colmaron; esa esencia que me enamora dejándome vacía cuando te vas.
Mi memoria alberga imágenes gratas, pues aun tengo marcado a fuego el beso que tus labios le dieron a mi mejilla y continúo sintiendo tu mano ejerciéndole presión a mi hombro. Aun conservo esos ojos negros devorándome sin tocarme, amándome sin pronunciarse. Aun te guardo en el corazón y cada vez que pulsa, me habla de ti, mientras el alma no deja de susurrar recuerdos exquisitos.
Son esas pequeñas cosas, tan simples, tan meras, las que hacen que no pueda entregarte al olvido ni echarte al abandono. Son enteramente responsables de que no pueda dejar de amarte. Han pasado muchos otoños, han pasado muchas cosas, pero cada vez que te miro a los ojos, me veo y entiendo, por qué no puedo dejar de sonreír.


lunes, 27 de octubre de 2008

A veces

A veces un sonido acusa y el silencio hunde; una sonrisa brilla y una lágrima opaca. A veces los sueños vuelan y vagan por cielos estrellados, por cielos oscuros, por cielos simples. Ciertas veces, miles de ideas buscan ubicación, ansiosas, obstinadas y por supuesto, llenas de vida.
Hoy siento eso y también un poco más, y quizás un poco menos. Hoy tengo una juventud que se niega a partir y una madurez que la empuja. Me colma un soplo de ellas que se resisten entre si, mientras los años viajan por el tiempo y el calendario se deshoja en cada stación; mientras mis manos se manchan y mi cara se surca.
Muchos soles tostarán mi piel y varias nieves platearán mi frente, pero lo vivido, lo amando y también lo soñado, seguirá intacto en mi corazón, como el primer día y como la última noche.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Es la vida que pasa.


Hoy tengo la necesidad de encomendarme a mis dioses y recordar lo que tanto me duele. Volver a sentir los dardos en mi piel pinchándome, devolviéndome a la realidad con una bofetada sorpresiva. Me condiciono para no llorar y sin embargo, ya lo estoy haciendo. Debo buscar y comprender los por qué de esta vida parecida a un carrusel, que gira sin cesar y que siempre me hace pasar por los mismos lugares una y otra vez. Pero el juego es más simple o tal vez la vida, más compleja. Tantos giros a veces marean, a veces matan.
Sencillamente tengo la imperiosa necesidad de verme nuevamente viviendo lo que ya viví. Intentando sentir lo mismo pero sé que no será igual. Cada momento, cada sensación, cada cosa que sucede tiene la forma de un caleidoscopio donde ya no puedo volver a descubrir la misma figura. Todos los elementos están, pero diferentes. Todos mis sentimientos están, pero ya no son iguales.
Tengo la urgencia de gritar mis miedos, para que mengüen. Intento revivir cada soplo de esta vida para comprenderla y sin embargo, cuando vuelvo el tiempo atrás, me gustaría decir lo que muchas veces callé, llorar lo que en ocasiones reprimí y reír de lo que nunca me atreví. Hoy tengo un camino andado que me gustaría desandar. Tengo una madeja que quisiera desenredar. Sin embargo hoy, después de tanto tiempo, siento que ya no tengo tanto tiempo para hacerlo.
Cada vez más, me surge la imperiosa necesidad de estampar mi sentir, tan confuso, tan sincero, tan arrasador. Veo como la vida pasa y no soy capaz de subirme a ella. Veo como todo avanza mientras me quedo en la estación de los años esperando que otro tren de la vida se acerque por mi andén y me lleve. ¿Cuántos más dejaré pasar?


sábado, 13 de septiembre de 2008

Camino


Camino en silencio
intentando no despertar
a mi corazón enamorado.
Porque si despierta
no podría soportar
tu ausencia.

Camino suavemente
para que mi alma
no se reconozca herida.
Porque esta ausencia
agrietó su esencia.

Camino sin mirar
para que mis ojos
no te encuentren.
Porque si te encuentran
mi corazón olvidado
se volvería a enamorar.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

La llama encendida

Algunas veces ha sentido que su corazón late demasiado fuerte y su pecho no logra contenerlo. Otras cree que está muriendo porque apenas pulsa. Es extraño y simple al mismo tiempo, como todo en esta vida. Sin embargo hoy ha sido diferente. Su corazón galopó de otra forma, fuerte y pausado al mismo tiempo. Contento y triste. Tiene la maldita manía de llamar a cada cosa por su nombre, y eso no le deja descansar, ni distraerse, ni respirar.
Necesita saber que fue lo que llenó su corazón de sensaciones únicas y también todo su cuerpo. Sería muy fácil decir que es amor, porque de hecho, no lo es. Es otra cosa. Algo que no la deja liberarse completamente y que la obliga a llamarlo por su nombre. Necesita encontrarlo.
Hacía mucho tiempo, quizás una vida entera, que su cuerpo no se erizaba de esa manera. Sintió sus ojos tiernos recorriéndola, su boca cálida saboreándola y en realidad solo estaba parada justo frente a él. No dijo nada. No hizo nada, pero creyó sentirlo susurrar en su oído, palabras muy dulces.
Su cara se sonrojó y un calor extraño fue trasladándose desde el cuello hasta sus mejillas. Un calor que pronto comprendió, no solo estaba en su cara.
Él continuaba inmóvil, mirándola, aguardando detrás del escritorio y ella, con todos los papeles apretados contra su pecho, era incapaz de despojarse de tantas sensaciones. Sin embargo, por un breve instante, logró comprender, muy a su pesar, que no era la primera vez que se encontraba frente a él, esperando su turno, aguardando su saludo cordial y ameno, pero se estremeció al comprobar que si era la primera vez que se sonrojaba ante su sonrisa. Y es que él siempre le agradó.
Se quedó estática, esperando su voz, y cuando habló, un “quiero verte” salió de su boca y el susurro perforó sus oídos. Su deseo también era el de ella. Él solo pudo robar su número de teléfono y mientras ella espera su llamado, comienza a perder esa mirada que tanto le gusta, esa voz tierna que musita en su oído, esa sonrisa plena. Porque ya nada será igual.
Ya no tiene que buscarle un nombre a este estado tan particular, tan efervescente porque es demasiado evidente. A pesar de todo, de sus deseos, su conciencia, a pesar de sus pesares, quiere seguir esperando que su teléfono suene para contestar y sentir esa voz cálida nombrándola. No sabe que pasará después, lo cierto es que esta espera es la que alimenta la llama que lleva adentro y que rápidamente comienza a quemar.

martes, 26 de agosto de 2008

Tiempo y memoria

Hurgando en mi soledad
he vuelto a encontrar
aquellas manos suaves
acunando mis sueños.

También en mi silencio,
sin prisa, sin apremios,
he oído tu voz tenue
susurrando miles de versos.

Mi memoria te alberga
intacto, inalterable,
pero el tiempo obstinado
lucha sin pausa para olvidarte.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Una Pequeña Pausa

Debo pedirles disculpas por esta demora. Es más prolongada de lo habitual y de lo que quisiera, pero demora al fin.
Hace ya casi un año que imagino historias encontrando en ustedes esa respuesta que tanto busca aquel que escribe.
He logrado tener nuevos amigos que de alguna manera se preocupan por mí y también he tenido mis discusiones.
Pero lo que no había tendido, eran demoras. Quizás porque no había surgido nada que desviara mi atención. Hoy surgió y me obliga a alejarme en cierta forma de este lugar. Supongo que será transitorio. Hasta que vuelva a acomodar mis tiempos.
Lo cierto es que el tren de las oportunidades no siempre pasa por mi estación y esta vez, no solo pasó, sino que se quedó.

Escribir, a veces bien, a veces mal, es una terapia para mí. No encuentro mejor manera de expresar lo que veo o siento, si no es escribiendo. Pero existe otra forma que nada tiene que ver con las letras y que por diferentes razones se me había quedado guardada en el cajón de las cosas inconclusas.
Así que, aprovechando este tren de oportunidades, me he subido a él y volveré a hacer lo que tantas alegrías me dio. ¿Qué es? Volver a la pista de atletismo.
Ya no seré la menor o juvenil que cada fin de semana buscaba alcanzar una marca. Ya no seré la misma adolescente rebelde. Ahora competiré en adultos. Ahora voy a defender desde el ruedo, esa marca que nadie ha podido superar.

Así que, ustedes, los que se han acercado una y otra vez a este espacio, los verdaderos soles que han calentado mi alma y que se han animado a imaginar con mis letras, están invitados ahora a verme soñar en una pista de tartán sintético.

Esto no significa una despedida, de ninguna manera. Las letras siempre “me pueden”, pero mi frecuencia en estos lugares ya no será la misma.

Dejo la puerta abierta para que ustedes vuelvan una y otra vez.; para que me dejen sus palabras, para que sigan leyéndome. Yo pasaré por cada uno de sus espacios y dejaré una señal para que me reconozcan.

No quiero olvidarme de recordarles lo mucho que los quiero y lo feliz que me hacen.

GRACIAS A TODOS!!

sábado, 2 de agosto de 2008

Breve instante

Sus ojos comenzaron a brillar y su formato cambió repentinamente cuando escuchó su voz en el auricular del teléfono. Miles de mariposas le recorrieron el estómago y sentía la sangre pasar por sus venas brindándole un calor sutil. Su boca se secó y la necesidad de remojarla se instaló. Todo su cuerpo experimentó emociones diversas que llegaron a sembrarle la duda propia de la improvisación. Estática, con las manos temblorosas y húmedas, escuchaba con atención cada sonido que se desprendía del aparato. La propuesta, aunque era alocada, no dejaba de ser apetecible y mientras buscaba con insistencia la respuesta adecuada decidió que no la dejaría escapar. Con voz aplomada y suave, aceptó ser cómplice de aquel encuentro y comenzó a entretejer la estrategia que renovaría su alma.

Después de colgar el auricular transitó por una nube de ideas buscando la mejor, la más ajustada, la más original. Comprobó que sus manos continuaban temblando y sonrió. Sabía que el duende del encuentro estaba presente y pronto danzaría con la espera. Juntos le darían color y sabor al momento sublime que comenzaba a asomar.
Imaginó tantas cosas que pronto voló de aquel lugar y recorrió los rincones más alejados de la rutina, esos que rara vez se muestran, los que se guardan en la memoria del corazón y pintan las paredes del alma. Retornó a las viejas impresiones. Sintió la lluvia serena en un día de abril, el aroma de las rosas, la brisa cálida y el sabor a sal que el mar se empeña en dejar. Bailó con todas sus nostalgias y alegrías. Sintió renacer el amor olvidado. Se sintió viva.

El tiempo, constante y eterno, apuró sus agujas. Ya no había marcha atrás. Él la esperaba al otro lado de la puerta dispuesto a explorarla y ella tuvo la certeza que dejaría todo, hasta sus propias convicciones, por una pequeña gota de su amor. Tal era su convencimiento que tuvo la insólita sensación de dejar sus sueños en cofres extraños para que no vieran jamás la luz de la realización. Necesitaba postergar su cordura toda, por tener el brillo de sus ojos iluminándola. Encarcelaría su espíritu por probar sus caricias apetecibles.
Entregó todo lo que tenía y también más. Descubrió la belleza del momento. Un momento único e irrepetible. Un momento exquisitamente eterno en su piel y en su retina. Devoró sus miedos y amó con ímpetu, como la primera vez. Sintió su pulso acelerado, sus jadeos suaves, sus movimientos firmes y acompasados. Lo sintió tan profundo que pronto se confundió en él y se dejó arrastrar por la demencia que aún hoy le produce el éxtasis de unos labios húmedos rozándole su desnudez.
La delicadeza de aquel breve instante disfrazado de sueño realizado, perduraría en su memoria cambiándole el rumbo, el sentido a su andar imperturbable. Ya no fantasearía con imposibles, ya no clamaría sosiego para su alma. Ya solo le bastaría recordar cada detalle, cada sutileza, para volver a sentir su aliento fresco.
Pero tantos recuerdos solo agudizaron la agonía y pronto se quedó sin sueños, sin calma y con el espíritu cautivo recordando viejas emociones, antiguas sensaciones y nada nuevo. Apenas respiraba su aroma, casi no miraba al cielo. Quizás no entendió que el encuentro fue extraordinario pero solo fue eterno en su memoria y en su piel. Se reconfortaba al cerrar sus ojos para reproducirlo estrechándola dulcemente, pero nuevamente, se quedaba con la soledad del abandono instalada entre sus huesos y una tenue sonrisa dibujada en su boca.
Fue feliz mientras sintió a su corazón estremecerse de amor.




viernes, 25 de julio de 2008

Pedido

Regálame tus ilusiones,
regálame tus anhelos;
dame una sonrisa
que ilumine mis sueños.
Unos ojos que brillen,
una boca que bese
mis labios sedientos.
Unas manos que acaricien
mis deseos eternos y
una voz suave que susurre
en mi oído “te quiero”.


martes, 15 de julio de 2008

Hace un año!!


Hace un año, en un día como el de hoy pero más frío, más invernal, la vida me sacudió lo suficiente como para hacerme entender su importancia y sus verdades.
Hace un año, el gusto innegociable por la mozzarella, me hizo salir de casa a la noche para ir a buscarla. Fui, como es mi costumbre, en bicicleta. Pero nadie me avisó que estaba un poco rebelde, tal vez un poco bellaca.
No quiso que la montara más de veinte metros y por lo tanto, me lanzó al suelo propinándome un buen gancho en el mentón con su manubrio, que terminó por fracturar mi cóndilo, dejarme los dientes flojos y una internación que me aisló del mundo por diez días para terminar en una operación donde mi boca quedó llena de metales y alambres.
Pero ese no fue el peor golpe!!

Hace ya un año, la vida se encaprichó en mostrarme una verdad tremenda.
Todo continuó. Es verdad que costó un poco acomodar el cuerpo, pero todos lograron seguir andando los caminos de esta vida mientras yo me tomaba mis mini-vacaciones en el sanatorio.
Hace un año esta verdad me gira una y otra vez sin descanso.
No soy imprescindible. Mis hijos crecerán sin mí. Mi trabajo será realizado por alguien más. Mis poemas los escribirán otros. Mi compañero de viaje seguirá viajando. Mis amigos, encontrarán otros brazos donde refugiar sus penas y alegrías.

Hoy estoy feliz de estar en casa. Es verdad que tengo algunas cicatrices nuevas en el cuerpo, en la cara y si se fijan bien, cuando bostezo la boca se me hace a un lado. De todas formas igual sigo sonriendo y mis ojos brillan y por supuesto, sigo yendo en bicicleta a buscar mozzarella sin dejar de llevar esa verdad a cuestas.

La vida se hizo para vivir.
Quiero vivirla, pero también quiero que ella, me de la oportunidad de ver un poco más el brillo del sol dándome en la cara. Que mis hijos tengan mis sonrisas guardadas y grabadas en el alma.

Sé que no soy imprescindible, que todo sigue, avanza y estoy feliz de saberlo. No puedo negar que duele entenderlo y por sobre todas las cosas sentirlo, porque aunque muchos usamos esa frase en más de una ocasión, no tomamos verdadera conciencia de lo que significa.
Yo lo sé, lo siento y también lo acepto. Será por eso, que vivo cada día como el último, dando lo mejor y quedándome con el alma satisfecha. Será por eso que mis amigos, los poco que tengo, son del alma. Será por eso, que mi casa es mi hogar. Será por eso, que hoy levanto la copa por mí y por los que siempre estuvieron a mi lado sin poder evitar soltar una tímida lágrima que muere en mi boca sonriente.

Será por eso, que hoy tengo ganas de festejar este primer añito de NUEVA VIDA, con todos ustedes!!

Salú!!

sábado, 12 de julio de 2008

Desolación


Es inevitable retrucarle a la vida cuando el sentimiento aflora y la emoción se transforma. Es imposible elegir el camino adecuado bajo la presión propia de la angustia y quedan lejanos e inalcanzables los sueños de quienes luchan por un absurdo, aunque este no lo parezca tanto.El corazón se consume en la soledad de las palabras y el espíritu deja de surgir, de vivir. Tantos pensamientos queman y arden en la conciencia y las venas ya solo transportan la temida desolación. El desierto del alma no deja escuchar el pulso y el amor deja de vibrar. Ese amor que despierta lo más profundo de cada ser, ahuyenta los miedos y renueva la esperanza. El mismo que produce locura y euforia. Ese amor insolente que se encapricha en brotar y romper los bosquejos de esta vida llenándola de mil colores. Ese amor que hoy duerme.

viernes, 4 de julio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


HISTORIA V

Esta vez tengo una historia diferente para contarles. Puedo comenzar diciendo que es una historia de dos, pero me equivocaría. Podría decir también que fue un amor entre dos y caería nuevamente en un error. Porque en realidad, esta es una historia de muchos sentimientos donde el tiempo jugó su rol estratégico, acercando y alejando, borrando y marcando. Se hizo extenso y por momentos malvado. Se hizo profundo y eso, resultó letal.
Podría comenzar diciendo demasiadas cosas, pero ninguna sería correcta y es que tal vez nadie tenga una visión acertada y realmente despejada de prejuicios, sentimientos y sensaciones. Incluso yo.Miré esta historia como si estuviera leyendo las hojas de un libro donde siempre quedaba un lugar para colocar una acotación, un comentario o un pie de página. Y al terminar de leerlo, observé que alguna página me correspondió enteramente. Quizás por la posición incondicional de mis sentimientos. Quizás porque mi corazón es amante de las buenas pasiones y esta al comienzo, lo era. Quizás y sin tan quizás, porque sentí por un breve instante que una sonrisa asomaba a sus labios cambiándole la cara, borrándole las lágrimas, haciéndose realidad, de alguna manera, su fantasía aventurera en cuestiones del corazón. Pero tardé en comprender que todo y todos, en algún momento, pasamos la factura. Es una regla tremenda, contundente y feroz

sábado, 28 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


HISTORIA IV

Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas se acercó. Ella estaba inmóvil ante un aluvión de sentimientos que le partían el corazón y le marchitaban el espíritu. Buscaba en su alhajero interior, una joya que la distinguiera del resto y solo encontró una mano grave golpeando su rostro. Estática sobre aquellas baldosas resquebrajadas, veía como sus sueños se rompían en pedazos despoblando su futuro. El cielo gris le llenaba de plomo el alma y cada gota que caía le arrancaba lágrimas de amor. Ya solo le quedaba el dolor de un adiós tan frío como categórico y aquel hombre, que delicadamente, le ofrecía la protección de su paraguas

viernes, 20 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


HISTORIA III

Apartó su cabello del rostro y acarició sus labios. La miró y creyó ver un brillo fugaz en sus ojos. Apoyaba su cabeza en la suave almohada, mientras sus manos, tiernas, comenzaron a recorrer sus curvas, sus lunares, toda su geografía humana y sus ojos claros la devoraban. Podía sentir cómo su sangre fluía de prisa, extasiándolo y embriagándola. Seguro más de una noche la soñó así, como ella a él. Tenía el placer recorriéndome el cuerpo y el pensamiento. Comenzó a besarla lentamente. Primero la mejilla, luego la nariz, la boca, el cuello y más. Pronto, se encontró con un lugar apetecible que saboreó cuidadosamente mientras Clara cerraba sus ojos e intentaba esbozar un leve gemido. Y continuó, pausado, recorriendo su cintura. Cuando sus manos acariciaron sus caderas, la miró, serio pero confiado, y sin mediar palabra alguna, fue dueño de su cuerpo. Lo disfrutó hasta emborracharse con sus aromas y quiso compartir sus ganas de impregnarse de pasión. Notó como juntos se humedecían mientras las sábanas se ajaban bajo sus cuerpos en movimiento, dejando así su marca. Una marca que jamás podría borrar de su mente y tampoco de su corazón. Un corazón conmovido que entre gemidos, se colmaba de placer.
Abrió sus ojos y sintió el goce saliéndole por los poros, más sintió una extraña sensación de alivio cuando Abel le dejó respirar sin ataduras, sin sentir su cuerpo rígido y sudoroso oprimiéndola contra la cama. Se sintió devorada, se sintió mujer, pero no sintió amor. Y ese pequeño y letal detalle hizo la diferencia. Porque mientras Abel la comía con amor, Clara solo disfrutaba de ser acariciada, saboreada y mimada por otro hombre. Abismos separaron sus mentes pensantes y sus corazones latieron por caminos diferentes. Pero la razón no quiso avisarle al corazón y Abel continuó amándola, mientras ella solo sentía el dulce sabor del coqueteo.

martes, 10 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN

HISTORIA II

Inés tardó un poco en comprender que ya no lo veía como antes. Notaba un calor delicioso cuando Esteban le hablaba en voz muy baja cerca del oído. Sentía que su corazón bombeaba sangre con rapidez cuando se acercaba provocando que sus manos temblaran. Sin embargo, solo sintió algo diferente cuando él la miró fijamente a los ojos mientras se aproximaba con timidez. Tomó sus manos entre las de él y las rozó calidamente con sus labios ansiosos. Luego, con un breve y eterno gesto, tomó su mentón y lo alzó para besar su boca que se entreabría esperando sentir un poco más allá, confundida y exquisitamente nerviosa. Pudo sentir como sus cuerpos se estrechaban y no tuvo, ni quiso tener, las fuerzas necesarias para apartarlo.
La sangre le quemaba el cuerpo. Era capaz de saber por donde corría con solo cerrar sus ojos. Unos ojos cálidos que brillaban más de lo normal al hacer realidad ese beso breve. Ese primer beso.
Inés le rodeaba el cuello con la delicadeza de una princesa mientras Esteban, la tomaba por la cintura con un a débil firmeza. Sus alientos se cruzaron y él esbozó una pequeña sonrisa que se acentuó ante el rubor de sus mejillas.
No dijeron nada, aunque tampoco se separaron, y así continuaron unos segundos más, hasta que fue Inés la que quiso volver a besarlo. Podía sentir el latido de su corazón golpeándole el pecho y el calor en sus mejillas. Nunca antes la habían besado. Nunca, en sus quince años de vida había sentido el éxtasis del amor tan a flor de piel. No sé cuanto tiempo duró esa relación, lo cierto es que ese toque mágico, aun hoy lo lleva tatuado en el corazón.

lunes, 2 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


Introducción


Existen historias que no deberían revelarse jamás, porque al hacerlo, quizás pierdan la magia que las envuelve. Sin embargo, merecen ser contadas para que no mueran en el alma de los protagonistas anónimamente.

Son historias de amor, pero también de pasión y de odio, de celos y de amistad, donde cada protagonista involucrará a su antojo, sentimientos y personas buscando así, su mejor partido.


Este espacio pretende dejar al descubierto aquellos breves momentos, imaginados o no, que no pueden ser archivados en mi olvido por una sencilla razón: Entregaría mi alma al diablo por saber lo que a solas cada uno ha sentido. Por saber la verdad más cruel que cada uno alberga en las entrañas de su corazón.



HISTORIA I

Todas las sonrisas se vieron desvanecidas ante la mirada fulminante de sus ojos claros, incisivos, tremendamente llenos de ira. Aquellos gestos que una vez se le antojaron dulces y de una simplicidad extraordinaria, hoy eran dagas que le atravesaban sin piedad. El “basta” en su mente se había transformado en palabras y aunque la duda existía en su corazón, comprendió que todo había terminado. Con el paso del tiempo las diferencias se hicieron insostenibles en los andamios construidos para reformar la esencia.
Mario dejó todo en el ruedo por volver realidad su sueño, pero no pudo ocultar la maldad de su alma. Quizás en su mente, una rendija dejaba que su corazón se filtrara en ella y lo imposible se volvía palpable. Tantas veces se dijo a si mismo que era la mejor mujer, la única para él, que se olvidó de vivir. Y la vida, sin previo aviso, le devolvió todas las realidades en forma de latigazos que alcanzaron su alma, lastimándola, estropeándola.
Solo implora a sus santos que no lo olvide, sin reparar que Ximena jamás podrá hacerlo. Ya solo se encomienda a la suerte de su destino para no morir en su indiferencia. Ella mientras tanto, intenta borrar las marcas imborrables de su alma. Sacude sus culpas como una vieja alfombra y lucha sin pausa para que los recuerdos no la ahoguen, en el mar de las dudas.

jueves, 22 de mayo de 2008

CARICIAS

Me gusta cuando me miras. Así, con ternura, con la calidez justa para que mi boca te regale una sonrisa.
Me gusta cuando me susurras al oído, cómplice, buscando hechizarme con palabras cargadas de sueños.
Me gusta cuando tus manos tiernas forman una cuna para mis suspiros y tus besos se acurrucan en mis labios.
Me gusta tenerte cerca, poder sentirte, poder sentirme.Pero lo que más me gusta, es el perfume que se desprende de tu piel cuando te acaricio una y otra vez, extasiándome.

miércoles, 14 de mayo de 2008

DULCES SUEÑOS


Como cada noche, acompañé a mis pequeños hasta su dormitorio y los metí en sus respectivas camas, Abrigué sus cuerpos para que no sintieran frío y les di un beso prolongado a cada uno en su mejilla. Inmediatamente cerraron sus ojos y mientras mi pequeño apretaba en su mano el autito amarillo de carreras que tanto adora, mi pequeña abrazaba a Pirueta, un peluche rosado con forma de mono.
En el preciso instante en que iba a apagar la veladora, la voz dulce y serena de mi niña reclamó mi atención. Con ojitos tristes y una expresión de miedo en su tierna cara, me explicó que sueños malos y feos no la dejaban dormir porque cada vez que cerraba sus ojos, brujas y malvados monstruos querían convertirla en sapo, o tal vez en rana. Lo cierto es que no la dejaban dormir y en un gesto desesperado, acudía a mí para que espantara esos malos sueños. A cada una de mis soluciones, respondía con un suave: “no se van así, mamá”. Por lo que tuve que apelar a mi caja de mimos. Comencé a hacerle caricias en su cabello, siguiendo el camino de sus reflejos. Luego di un paseo por su orejita izquierda y me detuve un segundo. ¡Qué pequeña le quedaba la perlita que le habíamos puestos cuando nació! Y como un rayo, retrocedí en el tiempo y la vi chiquita, tierna, dulce y suave entre mis brazos, llorando porque no podía decirme que le dolía la panza. Siete años han pasado ya y yo me pregunto ¿cómo han pasado tan rápido? Mientras siento una gran nostalgia, recorro su carita de piel suave. Toco su frente despejada, sus cejas perfectas. Miro sus párpados cerrados, custodiados por unas pestañas tupidas y extremadamente largas. Acaricio su nariz que advierto, se parecerá a la mía y toco distraída ese lunar diminuto que le da un toque sutil y mágico a su mejilla. Sus labios brevemente rosados y su mentón, terminan de formar esa carita de ángel tan bonita. Inmediatamente comienzan a surgirme imágenes de sus primeros años y entonces comprendo que mi pequeña, ha crecido, no mucho, pero lo suficiente como para que yo entienda que la vida avanza constantemente y ese placer de tenerla cerca, debo disfrutarlo al máximo porque tal vez mañana, volará de este, su eterno nido. Ya no llora para reclamar su comida, ni porque algún dolor le atañe, ahora sueña con brujas y princesas. Sabe leer y escribir, y constantemente me demuestra su amor. Se avergüenza, opina, sonríe, se divierte, vive. Como siempre y como nunca. Y sin saberlo, me muestra lo dichosa que soy de tenerla junto a mi.
Sigo acariciando su carita de ángel y caigo en la cuenta que se ha dormido. Seguro mis mimos han espantado a sus brujas feas. Seguro Morfeo la acunó mientras un sueño azul la envolvía. No puedo evitar dejar caer una lágrima. ¡Aún se duerme con mis caricias! ¡Aun conserva la inocencia y una sensibilidad particular que la hacen especial! Es mi niña y yo la amo. Y cuando la veo así, dormida, tomo un poco de su paz para impregnar mi memoria para siempre. Porque son estos los momentos que reconfortan mi espíritu. Estos y las sonrisas sinceras y cálidas que cada día ellos me regalan como señal inequívoca de que son felices.
Beso su mejilla y le susurro un “dulces sueños” al oído. Luego me vuelvo a darle otro beso a mi niño que ya se ha dormido jugando carreras con su autito amarillo.
Son mis soles, los responsables de mi felicidad. Son mis hijos y los amo. ¿Qué más puedo pedir?

sábado, 10 de mayo de 2008

SIMPLES DETALLES


Hoy, como todas las mañanas, fue hasta el bar de la esquina a tomar su café. Siempre se instala junto al ventanal, para poder contemplar el armónico ir y venir de la gente, preocupada, distraída, apurada, constante. Sin embargo hoy, no es igual que ayer y tal vez eso, justamente eso, es lo que le lleva, sin racionalizar demasiado, a presentarse todos los días en el mismo lugar y a la misma hora.
Todas las mañanas su café gira y vuelve a girar formando una espuma blanca que cubre la superficie. Todas las mañanas espera, leyendo el periódico, que algo apasionante surja en su vida. Se interna en las páginas del entintado diario buscando hacer encajar alguno de los tantos reportes en su monótona y aburrida vida. Hay veces que se disfraza de soldado combatiente en guerras lejanas. Otras, se introduce en la piel de un deportista que ganó millones. Pero todas las veces, siente que su felicidad se desintegra cuando da vuelta la hoja. Y nuevamente, suspirando, agobiado de tantas verdades golpeándole y lleno de sensaciones extrañas, apura su café para salir disparado de ese lugar que le apasiona y le fastidia, seguro de que mañana volverá. Cada uno de los días de su desesperada vida, son iguales. Nada para saborear, nada para cambiar, nada, absolutamente nada. La invariabilidad es tal que se vuelve enfermiza y lo altera de tal forma, que pronto acaba en medio de oscuros laberintos, donde la tristeza siempre está y el amor es el gran ausente. Alguna vez supo amar con todo su corazón, su cuerpo y su alma. Supo darle lo mejor que tenía y también luchó en demasía por verle feliz. Pero ya no. Está solo y sin apoyos para sus sentimientos. Ya no tiene un corazón fuerte que le late en el pecho, insolente, cínico. Ya no tiene las mismas fuerzas para caminar esos caminos tan rebuscados que forja el amor verdadero. Ya solo tiene mentiras que lo alimentan día a día y le obligan a disfrazarse de tantas cosas que ya no es nadie.
Hoy, como todas las mañanas, fue hasta el bar de la esquina a tomar su café. Hoy ya no quiso leer el periódico, ya no sintió deseos de ser aquel personaje que salió en la portada. Hoy solo quiso ser un simple y frío ladrón de sueños. Ya no le importa amar. Ya no quiere sentir. Tal vez quiera morir, pero soñando, y son esos sueños los que le faltan para morir. ¡Le resulta tan difícil soñar! Después de pensarlo durante mucho tiempo, ha concluido que jamás tuvo un sueño propio. Siempre ensimismado en los demás, se olvidó de soñar y ahora necesita de los ajenos para ser feliz. Supone que no está loco, aunque algunos quieran creerlo y se regocijen viéndole sufrir, desesperado, desamparado y encerrado en su mundo. Cree que locos están los otros, cargando con sueños propios que después no saben en que estúpido lugar los van a poner, porque les pesan tanto, que ya no pueden llevarlos a cuestas. Está convencido de que es mejor vivir lo ajeno para poder desprenderse rápidamente de lo que no quiere y de lo que no le gusta. No le ha costado entender que así es feliz. Así, sin nada construido, sin nada propio, sin verdades que agobien. Ya solo le falta encontrar algún sueño idiota que le transporte a la felicidad y que luego lo deje en la tierra conservando ese estado tan especial. Cree que hace el bien, porque supone que jamás molestó a nadie, jamás obligó a nadie, jamás se involucró con nadie. Siente que son los otros quienes le confunden con verdades demasiado atroces, con discursos directos y carentes de ilusiones. Imagina que quieren que cambie y no encuentra los por qué. Con frecuencia se pregunta: “¿En qué cabeza cabe, entregarse por amor? Solo se le ocurre una verdad para decir: “jamás lloré por dejar”.
A menudo lo definen como un farsante, que sabe buscar a su conveniencia, todos los puntos débiles de la gente para transformarlos en sus armas letales y destruir la integridad de los soñadores, para demostrarles de esa manera, que jamás conseguirán que un sueño se haga realidad. Jamás podrán alcanzar la felicidad, jamás el amor se mantendrá y la amistad durará.
Yo tampoco pude cambiarle. Creí guiarlo por senderos románticos y él fingió consentirme solo para obtener mi presencia, solo por querer amarme. Siempre pregoné una tranquilidad que él está seguro que perdí, porque solo era capaz de conseguirla a su lado, junto a sus mentiras. Jamás lloró por dejar, pero nunca podrá perdonarme este abandono. Mis verdades son tales que atropellan y sus mentiras tan dulces. Solo tengo un dolor agudo que me destroza el alma. Él también. Pero nadie debe saberlo. Nadie puede hacerlo porque entonces su disfraz se esfumaría y se quedaría desnudo ante un batallón de reclamos. Mostraría ese ser despreciable, sufrido, apabullado, tan desquiciado que lleva adentro y que día a día, se empeña en borrar, en tirarlo a su indiferencia. Me dio sus mejores mentiras y cuando lo descubrí, me atosigó con todas sus malditas verdades Esas por las que ha luchado cuarenta años para esconder en el mejor rincón del olvido.
Hoy, como cada mañana volvió al bar de la esquina. A ese lugar que le atrapa y le fastidia al mismo tiempo. Ese lugar que le miente y lo ataca con verdades. Nunca lloró por dejar, pero aún llora el abandono. Nunca pensó que la mentira era mala, hasta que me fui con alguien verdadero. Se contenta con saber que me retuvo un tiempo, un instante y que por un momento me deslumbró con su mundo. Ya no importa. Solo le queda mantenerse estoico ante los demás intentando sobrevivir. Dejará todo en el ruedo por verme caer. Dejará su bondad, su compasión y hasta su felicidad por intentar seguir de pie, aguantando ese nudo impresionante que se le forma en la garganta cada vez que me ve, radiante, llena de vida, junto a un hombre que no es él. Seguirá caminando como un sonámbulo que recorre los pasillos de una casa, buscando algo que lo despierte. Espera que llegue pronto y mientras no lo hace, se sumergirá todas las mañanas de su vida, en vidas ajenas que logren llenar sus vacíos.
Hay quien lo ha escuchado pronunciarse: “Entre tantas confusiones, logré robarle un pedazo de su alma. Sé que no podrá olvidarme porque me odia y ya no podré serle indiferente. Esa es mi gran victoria, lo demás, son simples detalles”.

jueves, 8 de mayo de 2008

Sabor amargo

A veces la vida se empeña en sacudirnos, en mostrarnos otras realidades, diferentes pero no lejanas.
A veces la muerte también nos muestra su pálida sonrisa y nos susurra al oído distraída.
A veces pasan cosas que no comprendemos y por naturaleza, le buscamos la vuelta. Esta vez, no se la pude encontrar, porque quizás no la tenía.
En más de una ocasión el destino da señales y avisa o sugiere que algo está por ocurrir y ocurre, como ayer.
Mi destino era cruzarme con él, solo diez minutos antes. Solo diez minutos antes... y bastó para que me dijera lo feliz que estaba porque su niño crecía bien y que nos hacían falta algunos mates para ponernos al día.
Hoy solo he dejado que todos sus recuerdos me inunden, porque era maravilloso y estaba feliz. Porque su hora estaba marcada y yo me crucé diez minutos antes de que abandonara este mundo.
Jamás pensó en una situación así. Jamás pensó en la muerte, pero la muerte pensó en él.
Era y seguirá siendo mi amigo. Estaba y estará siempre impregnando mi memoria con su sonrisa.
Este es, mi pequeño homenaje para una persona especial que me enseñó algunos secretos de esta vida y me alentó mucho, cuando el cansancio pesa y la desazón avanza.
Miles de imágenes me rondan sin cesar y elijo una entre todas: Su eterna sonrisa y su mano apoyada en mi hombro.

Desde aquí Heber, te envío esta despedida para que tu alma la recoja desde donde esté.
Adios AMIGO!!

sábado, 26 de abril de 2008

Un Motivo


En ocasiones la vida no se presenta tan sofisticada y deja entrever su magnífica sonrisa. En otras, las diversas controversias de este mundo la asustan y la tornan dramática y angustiante. Me gusta ver sus contrastes y aunque para la inmensa mayoría sea un exquisito detallista tildado de filósofo, yo estoy convencido que la vida gira y gira como la Tierra, y también brilla y se opaca como las estrellas. La vida es el mundo y el mundo es la vida. Todo lo que damos se nos devuelve de alguna manera. Todo lo que generamos nos llega. Pero creo que hay veces en las que la vida se detiene y el mundo lo hace con ella. Es en ese preciso y efímero instante, que la vida recobra su verdadero sentido. Una mirada, un beso, una caricia, una lágrima, un adiós, un latir de corazón cansado. Tantas cosas pueden reflejar ese momento sublime donde la Tierra se une con la vida y me transporta lejos, a diversos lugares donde he conocido el amor, la tristeza, la alegría, el abandono, el dolor, la verdad y la mentira de mi propio camino. Un camino retorcido y confuso que no logra guiarme hasta que entiendo que no es ese su verdadero cometido, sino el de permitirme avanzar hacia donde quiero. Pero inmediatamente surge un problema enorme que no siempre encuentra respuestas y que pocas veces logro tomar conciencia de su existencia. ¿Para qué estoy en esta vida? No creo que existan otras, pero si creo que existen misiones que se deben aceptar y cumplir.
La vida da señales que solo algunos pueden reconocer. Entonces compruebo que estoy en el límite mismo de mi cordura e intento componerme, pero ya no sé que hacer con tantas sensaciones. No puedo transitar por este mundo como un héroe y tampoco puedo dejar que mi vida se escabulla sin saber para qué la tuve.
Ayer a la tarde, cuando salí al jardín, sentí el aire fresco que venía del sur. El cielo inmensamente azul y las nubes ausentes me llevaron a mi niñez, a los barriletes de colores, a los días de primavera insolentes y excitantes.
Intenté verme jugando y corriendo y comprobé que aún lo podía hacer porque mi cuerpo estaba sano y mi corazón aún latía. También sentí pena por ese niño que no pude ser. Aquel que disfrutaría todos los días sin reparar en nada groseramente conmovedor. Ayer, entendí que de niño no fui enteramente feliz y entonces comencé a correr por el jardín, bajo el cielo azul y el sol radiante. Pero al poco tiempo estaba adentro, sentado, como siempre, junto al ventanal. Tuve ganas de llorar y hasta creo que lo hice, pero pronto, esas píldoras de color verde me hicieron efecto y el sueño me invadió. Ya no pude ver el cielo azul y tampoco soñar.
Cuando me desperté estabas a mi lado y eso me reconfortó. Siempre me gusta sentir tu presencia y también esas historias maravillosas que me cuentas, sin embargo, cada vez que te marchas ya no sé que hacer con tantos sentimientos extraños y la certeza de que equivoqué el camino, me inunda. Pero por fortuna, aun estás aquí, a mi lado, junto a mi cama. ¡No se que haría si despertara y tú no estuvieras! ¡Deja que te de un beso, deja que lo haga mujer!
Y tomando el portarretrato que estaba encima de la mesa de noche, besó el rostro de la mujer. El cielo estaba espléndidamente claro y por el ventanal, los rayos de la locura calentaban el alma solitaria de aquel hombre joven sin cordura, que buscaba en cada día, un pequeño motivo para seguir vivo.

sábado, 19 de abril de 2008

ATARDECER


A medida que iba cayendo la tarde, las sombras de los álamos se proyectaban oscuras y alargadas sobre el agua clara del arroyo. El otoño los había vestido de amarillos y ocres, pero el atardecer le daba otros tonos que se me antojaban, sutiles. Sobre el agua, los camalotes florecidos, comenzaban a opacarse ante el lento pasar del tiempo y las pequeñas piedras del fondo le ofrecían resistencia al agua limpia que corría con prisa en busca del mar de sus sueños. Suaves ondas se formaban en la superficie cuando las libélulas tercas, regresaban una y otra vez a mojar sus alas para crear luego, un susurro en el silencio del campo. La brisa serena mecía hojas, hierbas, plantas, árboles y descuidada, se mezclaba en las plumas de gorriones y ratoneras que protestaban llenando de trinos vivos la ribera, mientras el sol, pintaba el cielo con sus rayos de colores rojos, naranjos, lilas y las nubes inquietas, jugaban cambiando sus formas y absorbían albor. La luz se hacía más grácil cada vez y las sierras a lo lejos se volvían azuladas y grises, mientras centenares de insectos se empeñaban en continuar una gran tertulia que las ranas rompían con sus lengüetazos pegajosos y las luciérnagas asomaban tímidas en el trigal. Las espigas doradas se movían cálidas cuando la brisa las acariciaba mientras mi columpio no dejaba de hamacarme. No lo movía la brisa. Era mi cuerpo el que se inclinaba para darle impulso y mis piernas se estiraban y flexionaban luego, sin cesar. Adelante, atrás, adelante y atrás. A menudo cerraba mis ojos y sentía la brisa serena en mi cara y mi cabello jugando a enredarse con ella. Oía el ruido del agua corriendo y el quejido de la gruesa rama del pino que me sostenía. Me llenaba de olor a trigal y mis manos pequeñas, tomaban la rugosa cuerda del columpio y la apretaban fuerte, cuando este tomaba velocidad y me impulsaba alto, muy alto y entonces yo sentía como la brisa se transformaba en viento que levantaba mi vestido y el quejido de la rama pronto era una exclamación llena de plegarias. Pero nada me detenía. Adelante, atrás, estiro, flexiono. Mi diminuto cuerpo continuaba oscilando como un péndulo mientras mis ojos continuaban cerrados y mi boca sonriente saboreaba la felicidad. Solo cuando la velocidad formaba un vacío en mi estómago y la fuerza de mi cuerpo decaía, abría los ojos y me quedaba quieta con las piernas entrelazadas, disfrutando del vaivén del columpio que lentamente comenzaba a finalizar. Entonces veía como el arroyo se acercaba y se alejaba, como los trinos callaban tiernamente y las sierras custodiaban el campo. Ya sin fuerzas, la hamaca se iba parando y el pino quejoso parecía agradecérmelo. Era enorme y robusto, lleno de ramas que llegaban al cielo y piñas que lo adornaban. Tenía por piso una alfombra que él mismo había formado con su pinocha para amortiguar mis caídas. Era, sin dudas, un buen compañero de tardes. Aun con mis manos agarrando la cuerda áspera, sentía como el columpio dejaba de mecerse y yo permanecía inmóvil mirando como los álamos tiraban sus sombras sobre el arroyo y el trigal se eclipsaba con el manto oscuro de la noche que comenzaba a caer. Era hora de emprender la vuelta a casa. Atrás quedaría una tarde más en el columpio del viejo pino. Allí, donde hamacaba mis sueños, donde era plenamente feliz, donde el cielo cambiaba de colores para regalarme un elegante atardecer lleno de olores y música. Era un atardecer más, diferente a todos porque sencillamente era mi atardecer.

viernes, 11 de abril de 2008

Frases y Párrafos de Otros... (II)

Texto extraído del libro: "El Profeta" de Khalil Gibrán

Y un astrónomo dijo: Maestro, ¿y el Tiempo?
Y él respondió:
Mediríais el tiempo, lo inconmensurable.
Ajustaríais vuestra conducta y aun dirigiríais la ruta de vuestro espíritu de acuerdo con las horas y las estaciones.
Del tiempo haríais una corriente a cuya orilla os sentaríais a observarla rodar.
Sin embargo, lo eterno en vosotros es consciente de la eternidad de la vida. .
Y sabed que el ayer es sólo la memoria del hoy y el mañana es el ensueño del hoy.
Y que aquello que canta y medita en vosotros mora aún en los límites de aquel primer momento que esparció las estrellas en el espacio.
¿Quién de entre vosotros no siente que su capacidad de amar es ilimitada?
Y, a pesar de ello, ¿quién no siente ese mismo amor, aunque sin límites, rodeado en el centro de su ser y no moviéndose sino de un pensamiento de amor a otro pensamiento
de amor, ni de un acto de amor a otro acto de amor? ¿Y no es el tiempo, como es el amor, indivisible y sin etapas?
Pero si, en vuestro pensamiento, debéis medir el tiempo en estaciones; que cada estación encierre todas las otras estaciones.
Y que el hoy abrace al pasado con remembranza y al futuro con ansia.

jueves, 3 de abril de 2008

Pidiendo Vida

Las dos mujeres hablaban sin cesar; la de más edad dejó caer su mano sobre el regazo y con ella, una sonrisa serena se instaló en sus labios. Sus oídos estaban seguros de haber escuchado la palabra mágica. Cerró sus ojos un instante y un aluvión de recuerdos le inundó el corazón. Para cuando los abrió, su hija seguía junto a ella desplegando una felicidad colosal. Abuela. Sería abuela para cuando llegara la primavera. Pronto, sus luceros se inundaron en un mar de cálidas lágrimas y el corazón aceleró su pulso pidiendo vida, implorando tiempo para saborear la miel que el destino le obsequiaba.

(Breve texto realizado para Taller Literario)

sábado, 29 de marzo de 2008

OTRA VEZ EN CASA!!!

Aquí estoy, de regreso o de vuelta o como quieran llamarlo. Lo cierto es que me tomé unas vacaciones lejos del paisito y cerca de otras costumbres.

Dirán algunos, que vivo de vacaciones todo el año y en cierta forma no se equivocan, pero Semana de Turismo o Santa o Criolla o como se llame, es MI semana.

Pero bueno, ya pasó y ahora si, a laburar. De todas formas y para que vean que no me corto sola, les dejo una fotitos que reflejan la majestuosidad que la madre naturaleza nos regala. Solo espero que las disfruten tanto como yo.








Lugar: Chile


En orden:


1- Volcán Villarica (Pucón)

2- Los Miradores (Valdivia)

3- Lago Caburgua (Pucón)

4- Lago Pirehueico (Paso Hua Hum a Argentina)

En ocasiones, la vida nos regala momentos y lugares que quedan grabados en la retina y albergados para siempre en la memoria.

martes, 11 de marzo de 2008

Deshojando Margaritas (fragmento)


(Este es un fragmento de la novela "Deshojando Margaritas" de mi autoría. Solo un fragmento...)
A menudo las certezas se pierden y ya solo queda la duda. Pilar contenía sus vacilaciones con dificultad, sumergiéndolas en mares de recuerdos que se desintegraban tristemente. Su pulso agobiado luchaba por abrirse paso, mientras Andrés despejaba sus inseguridades con avidez, aunque reconocía que la nostalgia le calaba muy hondo. Ambos sentían que necesitaban de las benditas quimeras que le dan tonalidades diferentes a la vida, jugando y permitiendo avanzar por senderos poblados de luces y fantasías. Necesitaban una primavera para sus corazones heridos, un florecer del alma, Requerían aves fugaces, de paso, que le devolvieran un poco de lo perdido y que ayudaran a desatar los lazos de piel tan fuertemente anudados. El camino juntos ya había culminado y ahora las esperanzas comenzaban a sucumbir. Uno a uno los sueños dejaron de alimentarse y pronto murieron en el regazo de la soledad. El alma se fue despoblando de compromisos y los tatuajes eternos desaparecieron como por arte de magia. Pronto descubrieron que nada los unía, nada los ataba, nada les impedía renacer, como el ave fénix, de las cenizas de aquel amor. Resuelto esto, el camino comenzaba nuevamente. Un camino diferente, lleno de sueños, ilusiones y miles de mentiras piadosas que pronto se convertirían en armas fundamentales para atrapar presas.
Regularmente la vida da revancha y aquellos asuntos pendientes vuelven a aparecer para ser resueltos. Sin descanso, el tiempo camina y camina, encontrando nuevas caras, nuevos cuerpos, nuevas vidas. Sencillamente, todo continua sin importar que tan lacerado haya quedado el corazón y hasta el astro rey, que por momentos no aparece, día a día surge y con él, la brisa fresca que renueva las emociones, quitándoles las telas de araña.
Con cierta furia, secó sus lágrimas y volvió a mirar hacia la calle. Nada había cambiado, pero se le antojó diferente. Quizás porque su memoria se había activado y pronto, fragancias y gustos la atiborraron despertándola aun más. Comprobó que el pañuelo de su alma ya no secaba tantas lágrimas y tampoco ocultaba su aflicción, pero a pesar de todo, aún lo soñaba porque simplemente, lo amaba. Parsimoniosamente comenzaban a quedar atrás, aquellos momentos sublimes que tanto la extasiaron y como por acto reflejo, llevó sus manos hasta su cara y frotó sus ojos hasta sentirlos irritados. Con ellos aún cerrados, cargó sus pulmones de aire y sin perder más tiempo, entró en un mundo pasional lleno de juegos solitarios de los cuales se sale con la piel quemada y el corazón ensordecido por tantos gemidos. No quiso cuestionarse y comenzó a recorrer su cuerpo sin prisas, deteniéndose donde su deseo le marcaba y gozando con cada movimiento. No reparó en ningún detalle ajeno a ese instante tan elevado, tan colmado de aromas. Continuó lentamente mimándose hasta verse tumbada en el sofá con las piernas semiabiertas y el sexo húmedo, agitado el pulso y las mejillas sonrojadas de pudor. Una vez más cerró sus ojos y dejó caer todas sus estructuras intentando no mirar hacia atrás. Quiso quererse una vez más y abrazó su propio cuerpo desnudo y sudoroso, oprimiéndose en demasía. Tanto se aferró a si misma, que Morfeo la acunó y el sol la sorprendió luego, durmiendo en el sofá, con el cuerpo enteramente desnudo pero ya sin recuerdos agobiantes ni humedades extrañas. Sola como cada mañana en estos dos años, pero con el olor a éxtasis en su piel y un pedido urgente en sus labios: compañía.
La mañana fresca regalaba ilusiones, tantas, como estrellas tenía la noche. Sintió una sensación extraña en su estómago, similar a miles de mariposas revoloteando y haciéndole cosquillas. Sintió su sangre caliente correr por sus venas velozmente y una emoción singular oprimiéndole el pecho. Tantas fueron sus sensaciones, que pronto su mirada se despejó y echó a un lado las lagrimas y la congoja. Pero por un breve instante, creyó que volvería a su estado original y nuevamente se sumergiría en su rutina lejana. Sin embargo, obvió la más tremenda de todas las realidades. Jamás volvería a ser la misma. Intentó tomar su vida como un juego y fue el amor quien jugó con ella, transportándola a lugares alejados dejándola en medio de la soledad, con el espíritu destrozado y partida su esencia. Más, ahí estaba, recuperándose de los latigazos anteriores, alzando la vista hacia un sol que la cegaba, pero le calentaba el alma. Un sol que jamás desaparece, aun cuando una nube gris de tormenta, le impida desplegar sus rayos. Inmóvil, intentado readaptarse al nuevo día, respiraba el aire fresco. Lentamente, alzó la mano izquierda y miró su reloj de agujas grandes y blancas. Quince minutos para las ocho. Quince minutos para salir de su casa hacia el trabajo. Pasó su mano por el cabello despeinado y se encaminó hacia el baño. Tomaría una ducha y luego, café mediante, comenzaría el día, como siempre y como nunca. A medida que avanzaba, una sonrisa tímida se le instalaba en los labios buscando quedarse para siempre. Pronto el tiempo la reconocería en lugares distintos, con gente diferente, intentando desterrar los viejos sueños.

miércoles, 5 de marzo de 2008

MI CIELO (re-editado)


En más de una ocasión he visto el cielo de mi vida. Ese que se puebla de estrellas y cometas, también de soles y lunas. He pedido mi deseo a la estrella fugaz que surca brevemente mi retina y he tenido algún que otro eclipse.
Son muchos los días felices y también las cicatrices de mi alma. Muchos los rencores y eternos los agradecimientos.
Tengo tantas luces en mi vida como estrellas en mi cielo y sin embargo, no siempre las veo. Por momento las nubes de tormenta incisiva no me dejan ver su brillo, y en otros, la luna no asoma y la oscuridad es total.Pero cada noche vuelvo a mirar hacia arriba buscando mis estrellas, mis planetas y mis galaxias. Vuelvo insistentemente para encontrarme con sus destellos. Los mismos que me advierten que aún siento, vibro y vivo. Esos destellos que sentimos juntos mientras el alma se nos desbordaba de luz.

domingo, 2 de marzo de 2008

Frases y Párrafos de Otros... (I)



Texto extraído del libro: “PATAS ARRIBA La escuela del mundo al revés” de EDUARDO GALEANO.

“En la época victoriana, no se podía mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública:
el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado;
el imperialismo se llama globalización;
las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos;
el oportunismo se llama pragmatismo;
la traición se llama realismo;
los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos;
la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar;
el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral;
el lenguaje oficial reconoce el derecho de las mujeres, entre el derecho de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría;
en lugar de dictadura militar, se dice proceso;
las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas;
cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos;
el saqueo de los fondos públicos por parte de los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito;
se llaman accidentes los crímenes que comenten los automóviles;
para decir ciegos, se dice no videntes;
un negro es un hombre de color;
donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida;
repentina dolencia significa infarto;
nunca se dice muerte, sino desaparición física;
tampoco son muertos los seres aniquilados en las operaciones militares; los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales;
en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: “No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan”;
se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar;
Dignidad era el nombre de uno de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya;
se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras rezaban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.”

sábado, 1 de marzo de 2008

FRASES Y PÁRRAFOS DE OTROS...


En esta oportunidad quiero inaugurar y compartir con todos mis amigos y también con aquellos que, movidos por la simple y compleja curiosidad, han llegado hasta este blog, algunas frases que encontré en mis libros y, que por alguna valiosa razón, he subrayado en otras èpocas.
Las iré mostrando en etapas y sin ningún orden expreso bajo la etiqueta: FRASES Y PÁRRAFOS DE OTROS...
Espero que las disfruten y por supuesto, la casilla de comentarios aguarda por ustedes!!

viernes, 15 de febrero de 2008

El Orate


(He optado por publicar este cuento tal cual se alberga en las hojas de mi memoria. Sepan disculpar la longitud que presenta, pero no tendría sentido resumirlo)


He caminado por tantas soledades que ya todas tienen el mismo sabor amargo. Incluso esta. Siempre es igual aunque se presente con diferente cara y distintos modales. Siempre igual: fría, triste y vacía. Me destroza lentamente y hace que llore sin consuelo buscando alivio en imposibles que jamás duran. Luego aparece esa calma turbadora que me asusta porque se que pronto volveré a estar solo. Estoy cansado. Cada vez más, siento que las noches caen sobre mí sin piedad alguna. Esta también. Ya la siento, pesada y helada, sobre mis hombros. Cada bocanada de aire que tomo atraviesa mi traquea, como si fuera un puñal gélido, congelándome los pulmones. Y la noche recién se inicia. ¿Asomará la luna hoy? ¡Para qué la quiero si solo alumbra mis castigos! Estoy cansado realmente. Ya no quiero continuar, ya no. He viajado demasiado hoy, tanto, que no sé como llegué hasta aquí. Mejor me siento y descanso un poco. Hasta los pies se me llagaron por culpa de estos endemoniados zapatos llenos de agujeros. No recuerdo bien cuanto tiempo llevan puestos en mis pies, pero si estoy seguro que cuando comencé este sinuoso camino que no sé hacia donde me transporta, ellos estaban puestos. También llevo otras cosas puestas y ya no en mis pies, sino en mi cabeza. Todo el día duermen pero cuando cae la noche, se despiertan haciendo mucho desorden y entonces ya no pienso con claridad, porque me enfado conmigo mismo y con ellas. También me fastidia la noche porque es oscura y no me da luz. Esa luz que necesito para no estar solo. Cada vez que la luna se asoma en el cielo, las estrellas radiantes se apagan lentamente hasta desaparecer. Nadie la quiere. Yo tampoco.
¡Pero que frío hace hoy! Ya quiero que se acabe esta angustiante noche que me deja desierto entre tantas voces extrañas. Voces que son familiares, yo lo sé, pero ya no las quiero escuchar. En realidad me aturden tanto, que dejo de individualizarlas y solo forman un murmullo espantoso y agotador. ¡Silencio!. Me están volviendo loco, lo sé, pero tengo que luchar para que desistan. Si por lo menos alguien me ayudara a callarlas. Ella sabía como hacerlo. Ella también se fue y me dejó. Dice que se cansó de mis locuras. Yo también estoy cansado. ¿Por qué razón extraña me lastima tanto su amor? Porque estoy seguro que me ama como yo a ella. Seguro. No comprendo por qué todos quieren dejarme. Todos menos mis repugnantes voces. Hasta Manuel quiere hacerlo. ¡Gato del demonio! De seguro Satanás está encarnizado en él. ¿Acaso no le importa mi compañía? Yo si necesito de la suya. ¡Manuel, no te vayas! Prometo no aturdirte más con mis gritos desesperados y llenos de soledad, pero quédate a mi lado, por favor. ¡Basta! ¿Es que no pueden dejar de hablarme? Intento conversar con Manuel y no lo consigo. ¡Hagan silencio! ¿No saben callar? ¿Dónde estás Manuel? ¡Gato desgraciado!
Aún conservo las estrellas en el cielo. ¡Qué frío! ¿Habrá llegado el invierno ya? No creo que estos diarios viejos me abriguen lo suficiente esta noche. Si tuviera alguno más… o si tuviera pelos como Manuel. Él nunca tiene frío o por lo menos no se queja. Jamás lo he visto temblar. Yo si he temblado de frío y de miedo. De angustia también. Los diarios no son suficientes. Mejor me pongo el abrigo de paño gris. El único que tengo y el que utilizo solo cuando la voy a ver. No creo que se enoje si lo uso hoy. ¿Manuel, dónde estás? No puedo pasarme toda la noche buscando a un gato, que encima es negro como el cielo sin luna. ¿Cuánto faltará para el amanecer? Me gusta ver salir el sol y sentir sus rayos tenues calentándome la cara. Ellos desintegran estas voces que me quieren enloquecer. Ellos me recuerdan lo importante que es estar vivo, aunque sea en medio de un mar de dudas y aislamientos que producen mi congoja. Aunque esté perdido en medio de un desierto donde lo único visible es un montón de arena que forma médanos que cambian sus formas con el viento que sopla sin descanso. Aunque ya no encuentre la brújula que me acerque a ella ya no para herirla sino para amarla. Aunque no pueda dejar de ser yo mismo para impresionar al resto. Vivo y confundido. Vivo y con mis voces ensordecedoras como siempre.
¿Cuánto tiempo habrá pasado desde la última vez que nos vimos? Debe haber sido bastante porque no recordaba tantos agujeros en el abrigo. También tengo agujeros en mi alma. Demasiados. Por ellos se escapan mis ideas y entran mis rencores. Fluyen libremente mis sentimientos y se entreveran mis recuerdos dejándome un sabor áspero que no logro desterrar con facilidad. Perdura y dura demasiado tiempo. Es ahí, en ese preciso instante, cuando lo simple de esta vida se me vuelve tan complejo, que ya no logro visualizarla con calma. Hace ya un buen rato que no logro descifrar los acertijos de la vida a través de mi conciencia. Creo que la perdí en alguna vuelta de ésta, mi vida, tan llena de sorpresas y curvas cerradas que producen el vuelco de la serenidad y la razón. ¿Por qué no me abriga este sacón? ¿Tanto frío trae la luna hoy? ¿Manuel, dónde te metiste? Ya no puedo seguir buscándote porque no tengo más fuerzas. Quiero descansar, ya estoy viejo, tengo el cabello cano y también la barba. Estoy encorvado y mis manos, además de sucias, están deformes. ¡Ven Manuel, descansemos juntos! ¡Silencio, no se burlen más de mí! ¡Voces horribles! No quiero escuchar sus chillidos imitando risas que no logran hacer. Si ella estuviera, seguro las espantaría. ¿En qué lugar lejano estará? ¿Soñará? Tal vez el viento suave del alba se lleve sus sueños como hace con los míos, o tal vez no. Yo la recuerdo tanto y tan poco, que lo único que es seguro en mí, es el amor que aún le tengo. Sin embargo, en mi locura, reconozco que hoy no es ayer y el mañana no sé si existirá. No quiero pensar en mi vida, pero tampoco puedo evitarlo. Más diarios. Necesito más diarios para encender el fogón que me calentará el alma y me alumbrará hasta que el sol se digne a salir. ¿Cuánto faltará? He perdido la noción del tiempo y estas voces traidoras me confunden tanto, que apenas logro entender que estoy solo. Siempre solo, sin ella, sin Manuel, sin nadie. Ni tan siquiera estoy conmigo mismo. Ya no me entiendo, no logro hacerlo. Ya no quiero continuar andando por estos caminos intransitables de la locura. El amor y el odio se entrelazan para enmarañarme y dejarme sin cordura. Solo la soledad se anima y me acompaña sin importarle el frío de la noche, la luna y las brechas profundas de mi espíritu. Ya solo me queda la soledad. La extraño tanto que no logro cerrar esta herida que me causa su amor. Quiero volver a verla y dejaría todo, hasta el poco juicio que conservo, por tenerla de nuevo entre mis brazos, como cuando éramos dos aventureros sin frenos recorriendo los senderos de la pasión y la exaltación. Éramos y ya no lo somos. Éramos y ya dejé todo lo que tenía por ese ímpetu que latía con fuerza en mi corazón. Era y es, la mujer por la cual sigo ardiendo aunque mi cuerpo apenas resista el intenso frío de la noche. Sin embargo ya no soy el mismo. He perdido todo lo más preciado de esta corta e intensa vida. La perdí y me perdí en la oscuridad del destino y nada puedo hacer contra él. Quiso separarnos y puso voces en mi cabeza que me enloquecieron. Logró asustarla tanto, que apenas me recuerda mientras yo, me desgarro el alma intentando volver a ser el mismo hombre, a tener la misma integridad y la serenidad necesaria como para continuar solo. Muchas veces esta atormentadora soledad me ha acompañado pero nunca, como hoy. Tengo frío y tirita mi corazón. ¡Manuel, no te alejes tanto! Quiero tenerte cerca. Estoy tan cansado que apenas puedo mantener mis parpados abiertos y mirar a través de la noche negra, buscándote. ¡Manuel! No lo asusten más. Es un pequeño gatito que siempre quiere jugar. ¡Déjenlo, voces repugnantes! ¡Déjenme! Ya solo quiero dormir. Ya solo quiero descansar. Cerrar mis ojos y dejar que la noche me caiga encima aplastando mi eterna locura.

lunes, 11 de febrero de 2008

Antes de morir...

Bueno, aquí estoy con este juego al que me ha invitado Ludwig, y al que si bien no le guardo ningún tipo de rencor, quiero decirle que no es tan fácil, pero como buena respetuosa de los compromisos, asumo mi parte y me tiro al agua, así que, cumplo con todas las normas y reglas de este juego. Gracias amigo!!

REGLAS:

1) Cada jugador comienza con un listado de ocho cosas que quiere hacer antes de morir, no importa las que sean, pero ocho.
2) Debes escribir las ocho cosas en tu blog junto con las reglas del juego.
3) Hay que seleccionar a ocho personas más, invitarlas a jugar y anotar sus nombres o el nombre del blog.
4) Es importante no olvidar dejar un comentario desde donde nos invitaron a jugar.

MIS OCHO COSAS:

1) Continuar sintiéndome plenamente feliz.
2) Ver crecer a mis hijos y reconocer en sus ojos el brillo de la felicidad.
3) Tener siempre tu hombro firme y tu mano suave Denis, compañero del alma, para contenerme aun cuando las arrugas pueblen mi frente.
4) Que mi memoria no se transforme en olvido.
5) Que la incondicionalidad de mi amistad no se deteriore por los latigazos de la vida
6) Tengo dos hijos, planté un árbol, ojalá mis narraciones se vean plasmadas en hojas palpables.
7) Instalarme 15 días en una isla perdida del Caribe.
8) No olvidarme de la moneda para Caronte.

SPECIAL GUESTS:
(Suerte!!!!)

La Cueva de Susana -
http://www.lacuevadesusana.blogspot.com/
Esperando el pernocte-
http://www.esperandoelpernocte.blogspot.com
El Arcángel Mirón -
http://www.elacrcangelmiron.blogspot.com/
Nos vemos en el infierno -
http://www.nosvemosenelinfierno.blogspot.com/
Vafalungo -
http://www.charquito.blogspot.com/
El Cristal con que se mira -
http://www.elcristalconquesemira-rossana.blogaspot.com/
Grandes Viajeros -
http://www.grandesviajeros.blogspot.com/
Jesús Dominguez -
http://www.jesusdominguez.blogspot.com/

viernes, 8 de febrero de 2008

Pablo y Adela


(Esta es una versión modificada. El original completo, reposa en las hojas de mi alma y su extensión no permite incorporarlo tal cual, en este blog)

Un cosquilleo absurdo y extraño recorrió mi estómago. Se aceleró mi corazón, tanto, que el pecho no podía contenerlo. Mis piernas temblaban de tal forma que todo mi esqueleto se movía. Apareció de la nada y se sentó junto a mí. Sin decir nada, sin hacer nada. No la miré, pero si la sentí muy cerca, tanto, que estaba seguro de que me había rozado el brazo con el suyo. Se me antojó más hermosa de lo que la recordaba. Su cuerpo más frágil y su cabello más claro. Se me antojaron muchas cosas, pero no estaba muy seguro de recordarla bien, porque la había visto una sola vez, hacía mucho tiempo. Ella pasó junto a mi sin mirarme, sin tocarme, distraída y concentrada al mismo tiempo. Yo era más joven y apuesto, pero ella no me vio, o tal vez no quiso hacerlo. Fue hace mucho tiempo. Recordando su paso firme, me encontré con seres queridos que no veo a menudo. Ni tan siquiera se donde están. Apenas se donde estoy yo. Creo que me susurró algo pero no le entendí y solo sonreí. Pero ella estaba muy seria. No interpreté lo que me dijo, no la escuché, sin embargo estaba seguro de su susurro. Sentí su aliento, más no su voz.
Ella continuó seria y yo tenía la certeza de que no sonreiría jamás. Las palomas se acercaron a mis pies, buscando la comida que todos los días les traía. Siempre a la misma hora y en el mismo banco de la plaza. Siempre igual, como desde hacía diez años. Años que estuve en soledad porque ya no quisiste acompañarme más en ese sinuoso y rebuscado camino vital. Ya no tuviste fuerzas ni ganas. Se que te vino a buscar porque le dijiste que querías viajar, irte lejos, a otro mundo. Y no más decir aquello pasó una semana y te llevó. Y ya no te vi más. Y ya pasaron diez años. Todos los días busqué compañía y solo venían las palomas. Y también esta mujer de la cual no sabía nada, aunque ella me conocía bien, porque me hablaba por lo bajo, pero yo no la entendía. Tal vez porque me estaba quedando sordo y ya estaba viejo. Por lo menos eso decía mi cuerpo arrugado, encorvado y lleno de dolores que solo calmaban unos fármacos de colores.
Ella me miraba de vez en vez, esperando que le contestara, pero realmente no sabía lo que me había preguntado.
Hubo cosas que ya no comprendí. Los años no me dejaron razonar de la misma manera. Los engranajes de mi cuerpo no estaban tan lubricados y crujían. Si no hubiera tenido aquel bastón con mango de plata no habría podido caminar. Si no me hubiera puesto la gorra de paño, seguro mi calva se habría congelado. Las canas poblaron toda mi entidad. Estaba ajado y maltrecho. Era el viejo Pablo, mientras ella estaba radiante como la primera vez. Si tú, Adela, hubieses estado allí, inequívocamente habrías despejado todas mis perplejidades. Si hubieses estado. Tenía tantas ganas de verte, de abrazarte, de besarte. Juntos construimos la vida y juntos reforzamos el amor. Juntos, pero tú ya no estabas. Estaba solo, dándole de comer a las palomas de la plaza con esa fantástica mujer. Ya la había visto otras veces, ya la había reconocido entre otros pero ella jamás reparó en mí hasta ese día.
Nuevamente me susurró al oído palabras que no logré descifrar y ante mi contrariedad, me tomó del brazo. La sangre se me congeló. El corazón me latía lento y fuerte. Me sentí cansado. La miré y comprobé que ya no estaba seria, sonreía, tímidamente, pero lo hacía y era más hermosa aún. No dejó de musitarme y tampoco me soltaba el brazo. La vi levantarse y jalarme. Yo no quería levantarme, me dolían mucho las piernas y también los pies y todo el cuerpo. Estoy seguro, Adela, que de haber sido más joven me hubiera levantado sin problemas. También la hubiera escuchado y seguramente me habría animado a preguntarle su nombre. Pero no, ya no era lozano, apenas podía caminar. Apenas podía pensar. Me quería llevar. La miré nuevamente a los ojos y me parecieron vacíos y hermosos. Adela, no te pongas celosa, mujer.
Estaba tan cansado que comencé a creer que ella tenía razón cuando me describió ese otro mundo. También creí que estaba loco y sin embargo, tenía la delicada certeza de tener los pies en la tierra y de haberla visto antes, con el mismo vestido, la misma mirada y la misma expresión inexpresiva de su rostro. La había visto junto a mis muertos. Continuaba tirándome del brazo, cada vez con más fuerza y yo ya no me oponía demasiado. Eran muchos los años que tenía en mi haber y diez los de espera. Que torpe me sentí. Después que te marchaste, estuve esperando a la muerte para que me llevara junto a ti. Estaba convencido que ya no tenía más nada que hacer. Todo era inútil y en vano. Absolutamente todo. Pero sin saber cómo, un tremendo arrebato de vida me obligó a quedarme y luché hasta ese día. Pero mis fuerzas comenzaron a decaer lentamente. Yo no quería morir, solo quería dormir un profundo sueño, pero tú me llamabas. No deduje para qué, porque estabas muerta y ya no sentías nada. Eso creí yo. Sin embargo estabas sola en ese otro mundo al que te quisiste marchar, llamándome.
Lánguidamente me levanté del banco y con dificultad comencé a caminar. Ella me sostenía distraída y empecé a descubrir una melodía dulce y serena. Cada vez la sentía más fuerte y las palomas se espantaron cuando intenté silbarla. Ella sonrió y su mirada ya no estaba vacía. Estaba igual que antes, siempre igual. Paciente, expectante, serena, fría y por momentos, desmedidamente cruel. Siempre estuvo igual y más de una vez la miré de cerca, pero no siempre me buscaba. Solo lo hizo cuando su reloj le marcó mi hora.
Encontraron mi cuerpo en el banco de la plaza. Dicen que tenía la cara pálida y los ojos fijos. También tenía el bastón en mi mano izquierda y en mi mano derecha, una foto tuya apoyada en el corazón. ¡Ellos dicen tantas cosas! Pero lo que no dicen es que la mujer joven estaba a mi lado. Ellos no la vieron o tal vez no la reconocieron. Ellos, Adela, los que están vivos, los que creen saber los secretos de este precipitado viaje que te deja desnudo y perplejo. Un viaje que jamás podrán disfrutar si el índice de la parca no los señala. Aquellos mi Adela, a los que aún les golpea un corazón colmado de vida y no se dan cuenta.

miércoles, 6 de febrero de 2008

La certeza del amor


La noche fresca regalaba ilusiones, tantas como estrellas tenía el cielo. La brisa suave acarreaba olores agradables. Todo su ser se extasiaba incorporando fragancias y recuerdos.
Sintió una sensación extraña en su estómago, similar a miles de mariposas que le hacían cosquillas. Sintió su sangre ardiente correr velozmente por sus venas y una emoción oprimiéndole el pecho. Tantas fueron sus sensaciones que pronto se le instaló en la cabeza la certeza del amor. Esa que confunde a la razón, la enamora y la llena de pasión.
Supuso que pronto volvería a su estado original y también creyó que todo sería igual que antes. Sin embargo, obvió una tremenda realidad: Jamás, quien ama, vuelve a ser el mismo.
Intnetó tomar su vida como un juego y fue el amor quien jugó con ella hasta destrozarle el espíritu y partirle la escencia.
Demasiadas lunas pasaron por su cielo. Demasiadas estaciones se acumularon en su calendario. Eterna la soledad que se le alojó en sus huesos.
Ya solo guarda en el alhajero de su corazón una pequeña anécdota en forma de perla de aquella certeza efímera que le robó la cordura, y la sumergió en una infinita fantasía.
(la imágen, titulada "La Ventana" corresponde a Salvador Dalí, como no puede ser de otra manera)

martes, 29 de enero de 2008

Cuando el Sol no está


Hacía tiempo que no mojaba mis pies en el mar. Inmenso, azul, mustio. Estaba frío como siempre y también como nunca. Las olas, de espuma blanca, rompían en la orilla dejando su marca en la arena amarilla. Vienen y se van y vuelven y se marchan. Su constante movimiento obliga a avanzar, a no detenerse, a caminar. Yo camino en silencio, distraída. Nada me estanca. Camino y siento la sal en el aire. Mis labios están salados, mis mejillas, mi cabello húmedo.
El cielo ya no es azul, ni celeste, ni lindo. Es gris y tormentoso, y amenazante. Hacía mucho tiempo que no lo veía así, tan conmovedoramente triste. Seguro pronto comenzará a llover y entonces ya no podré caminar, por lo menos no sin mojarme. Pero ya no me importa.
Las gaviotas vuelan danzando con las olas. Revolotean cerca de mi cabeza en busca de comida. Son preciosas. Son gaviotas. Se confunden con el gris del cielo y el agua ya no está tan azul, ni tan verde. Gris. Un día gris, en un mar gris, con gaviotas grises que revolotean sobre una mujer gris. Pero no importa. Camino sin detenerme y en silencio. Sola y en silencio. No tengo nada que decir, nada en que pensar, nadie en quien reparar. Sola y gris y vacía, y también triste.
Sin saber por qué, giro sobre mis pies y veo mis huellas en la arena, una detrás de otras, cerca y también lejos. Huellas que forman un camino que se corta por el paso del mar y aparecen luego, hondas, profundas, definidas. Huellas que forman un camino andado y dejado atrás. Un camino al fin. Continúo, pero ya no distraída. Pienso y advierto que mi corazón late y siente. Concluyo que no solo camino y pienso y siento, sino que también vivo. Y rápidamente me siento una excéntrica o simplemente una loca.
Voy caminando por la playa de agua gris y arena tostada, que ya no se dora bajo el cielo tormentoso, y pronto comenzará a llover. Me mojaré y sentiré como golpean las gotas sobre mi cara. Sentiré la lluvia fría registrando cada gota en la tostada arena y en el mar. Un mar inmenso que cobija a muchos y mata a otros. Un mar dulce y salado, romántico y angustiante, triste y divertido. Un mar para todos y para ninguno. Un mar. Y yo aquí, caminando, sola como el mar y triste como el cielo y revoloteando mis ideas como las gaviotas. Aquí, justo aquí, pensando y sintiendo tantas cosas que parece que no lo hiciera. Lejos están de formar una armonía de pensamientos y sentidos. Ruidos y golpes y estallidos. Nada más que eso escucha mi alma estremecida. Nada más. Pero los recuerdos luchan y afloran y entonces, cada recuerdo me obliga a elegir entre el olvido y la memoria, pero ya no encuentro la línea que los divide y los confundo, y entonces no se cual es cual. Tengo ganas de llorar y compruebo que en realidad hace tiempo que vengo llorando en silencio, sin mostrar mis lágrimas.
Hacía mucho tiempo que no mojaba mis pies en el mar y mis lágrimas se confundían con la lluvia. Ya no solo el cielo está triste, yo lo acompaño. Ya no solo el mar está solo, yo también. Hoy no ha sido un buen día. Este no es un buen momento para caminar o tal vez si.
Me siento despacio, dejando que mi osamenta se acomode. Sin embargo mis ideas siguen desordenadas. Palabras sueltas comienzan a asomar por detrás de la razón y se impregnan de memoria dejando de ser vocablos sueltos y sin sentido, para transformarse en frases hechas y dichas que me lastimaron haciendo surcos profundos en mi corazón. Surcos imborrables. Las escuché de su boca y pronto se transformaron en lanzas que me atravesaban, sin saber qué hacer ni que decir. Ahora estoy sangrando por dentro y no entiendo y no encuentro remedio.
Se que la amistad es valiosa. Se que es incondicional. Se muchas cosas y en realidad no se nada. Porque él puso en riesgo esta amistad que no le pertenece. Esta amistad donde es un completo extraño invadiéndonos. Pero logró infiltrarse y agrietó ambos corazones y ya no sé como hacer para que deje de sangrar. Tengo miedo y también fe. Soy su amiga y lo sabe. La quiero y también lo sabe. Pero yo dudé y eso no deja que encuentre perdón. Dudé por él. O tal vez dudé porque la duda ya estaba en mí. No. Tejió redes que me condujeron hacia un callejón sin salida y tuve miedo y terminé aferrada a una incertidumbre escalofriante: ¿quién miente?
Él contó su historia de héroe romántico dotado de bonanza que pregonaba la misericordia de su ser. Ella su karma, su disgusto y yo en medio de los dos. Jamás pensé que me engañaran. Cada uno anunció su novela y yo escuché, pero me olvidé de lo que eran en realidad. Y también me olvidé de mí. Él es uno más entre tantos y ella, mi amiga. Nunca debí dudar de su palabra, de sus sentimientos, de su razón. Maldigo mi suerte y también calumnio contra él. Espantosos laberintos que me confundieron. Endemoniadas mentiras que parecían ciertas. Apocalípticas palabras que me dejan varada en medio de mis sentimientos. Un mar de sentimientos realmente.
Las nubes chocan y el cielo está a punto de romperse. Truena y asoman los relámpagos como rayas intermitentes. Yo sigo sentada, mirando como las olas vienen y van. Mis pensamientos también vienen y van y mis ganas de llorar. Si estuviera aquí, en este momento, le pediría perdón o tal vez la abrazaría fuerte, como antes, cuando éramos amigas. Pero a decir verdad aún lo somos, diferentes, pero buenas amigas. Y él no. Nunca lo fue y tampoco lo será. Pero tengo miedo, ya no dudas. Ella no mintió. Él me enmarañó en su discurso armado y fantasioso. Él inventó una novela embustera. Ella no mintió. Y yo, dudé, pero ya no. Ahora tengo temor a lo que vendrá, es decir, al desenlace. A él lo odio porque me arrastró a sentimientos que creí desaparecidos en mí. Lo odio por despertar ese temor espeluznante que deja la duda y la mentira cuando se juntan para romper con la solidez que le brindan los años a las amistades verdaderas. Lo detesto por llevarme a encontrar contestaciones que había guardado en el cajón de los insultos directos y despectivos. Esos que ya no uso y que ahora necesité para terminar con un alud de quimeras que debilitaban mi integridad. Aún está débil y yo, aún siento un dolor agudo en mi orgullo. Aún me duele mi sinceridad. Pero no importa, ya no. Es cierto que estoy triste y que tengo ganas de llorar. Es cierto que estoy sentada en la arena tostada junto a un mar gris agitado, esperando que la lluvia moje mis ideas para refrescarlas y renovarlas. Es cierto que la quiero más aún. También es cierto que me equivoqué. Necesito pedirle perdón. Quiero hacerlo. Quiero sentirme su amiga, como antes. Quizá fueron muchas idas y venidas. Quizá hubieron demasiados personajes en esta historia. Quizá él simplemente sembró esta duda en mí para que yo tenga el trabajo, la obligación, de cosecharla y entonces mi alma no descansará hasta que madure, y florezca y se marchite. Pero puede llevar mucho tiempo. Tiempo que no tengo. Mas el tiempo es sabio y ubica las cosas en sus correspondientes lugares. Debo ser paciente.
Despacio y sin ruido, comienza a llover. Siento la lluvia en mi cara, en mi espalda, en mis piernas. No me levanto. Tampoco me muevo. Quiero disfrutarla. Lentamente el mar se calma y se escucha el roce de la lluvia. Las gotas caminan por mi cara lavándola y pronto me reconozco llorando. Llora el cielo y también mi corazón. Recoge el mar y también mi alma. Se marca la arena y hace lo mismo mi memoria.
Quiero pedirle perdón. Perdón por mis dudas, por mi falta de compromiso. Perdón simplemente por no corresponderla, por no apoyarla, por no apuntalarla. Quiero pedirle que me quiera como antes y me doy cuenta de que ella me quiere como antes. Yo me alejé. Quizá no me exima de mis culpas. Quizá ya no quiera escuchar mis súplicas.
Jamás podrá la razón entender esta culpa siniestra que he alojado en mi alma. Nunca podrá mi corazón reparar el daño que le hago y que me hago. Quiero pedirle tantas cosas, que me olvido de dar. Darle amor, darle confianza, darle todo, aunque tal vez sea poco. Merece más. Debe tener más.
Estoy triste y tengo ganas de llorar. A decir verdad, estoy llorando y no quiero disimularlo. También yo soy débil, frágil. También yo he mentido y he engañado. También yo he esperado mi recompensa. Sin embargo hoy tengo miedo. Me ahuyenté y la dejé sola ante un monstruo espantoso y desmedidamente cruel. La dejé a solas con él. Ella dirá que lo permitió, que también tiene responsabilidad en toda esta macabra historia. Y es verdad. Pero cada una carga con sus culpas y estoy segura de que mi alejamiento no responde a sus actitudes.
La lluvia no cesa y se hace un poco más intensa. Ahora si empapa, pero no me muevo. Continúo sentada, abrazando mis piernas y apoyando el mentón sobre mis rodillas. Tengo recuerdos, anécdotas, llantos, risas y sueños grabados en mi memoria. Tengo impresiones y sentimientos guardados en el corazón y también tengo la magia especial que siempre nos acompañó, impregnada en el alma. Entiendo que me retiré para no disputarla. Reconozco que la dejé en soledad. Asumo mis culpas, mas no quiero estar lejos. Tengo mucho y no tengo nada.
Hoy le conté mi sentir y la vi desmoronarse. Hoy le hablé de mis miedos y mis dudas y comprendió que sus temores se hacían palpables. Hoy ha cambiado todo. Hoy dejó de ser ayer. Sentí sus lágrimas como dardos en mi alma y aún me pregunto si valió la pena hablar. Quise ser honesta y me llené de angustia. Dije la verdad y me colmé de lastres. Aún la quiero, y más. Se que nuestra amistad permanece, que no se extinguió. No se rompió pero si se filtraron sentimientos que no tenían cabida. Tengo que desterrarlos para que la calma vuelva, para que ya no tenga ganas de llorar.
Creo que continuará lloviendo todo el día. El cielo sigue gris y el mar colecciona gotas de lluvia. Yo sigo triste y acumulo soledad. Necesito verla y abrazarla y también mirarla a los ojos y decirle una verdad más. Ya sabe que la quiero, que me separé y quiero volver. Sabe que es especial y única para mí. Sabe todo esto y quiero que también lo sienta, sin embargo tengo una verdad más para decir. Él reconoce el sabor de una batalla ganada y yo me quedo con la amarga derrota. De todas formas esto no es el final. No quise disputarla para no lastimarla e igual lo hice. No quise defenderla porque no era mi historia y cuando intenté hacerlo, él me llenó de dudas que desembarcaron en esta pésima soledad. Pero estoy de pie, sangrando y lastimando, pero de pie. Se que no puedo enfrentarme a nada ni a nadie, pero aún estoy viva y ella, aún está a mi lado.
Me incorporo y observo el mar con detenimiento. Reparando en cada ola que rompe en la orilla y vuelve al mar, a donde pertenece. Van y vienen y vuelven a venir. El mar alimenta y mata. El mar se parece a una amistad: a veces claro y calmo y a veces, revuelto y oscuro. Pero siempre ahí, firme y suave. Siempre dejando que vayan y vengan sus olas, que lleven y que traigan. Nuestra amistad siempre se reconoció en el mar calmo y claro, con olas que apenas se movían. Hoy la tormenta también llegó y enturbió el agua y la movió, provocando olas inmensas que arrasaban con todo, incluso con nosotras.
Ya no se cuantas lágrimas he derramado. Seguro que han de servir. Tampoco se cuantas ha llorado ella. Seguro han de servir. Camino otra vez. Sola. Convencida de mis yerros y visualizando salidas posibles que recuperen lo dañado. Nada se perdió, simple y complejamente se transformó. Nunca el sol se apaga, se esconde detrás de las nubes, detrás de la luna, pero no se apaga. Tampoco nuestra amistad lo hizo y es por esa razón que voy hacia su casa. Necesito decirle que he vuelto, que no podría continuar sin involucrarla en mi vida. Quiero que sienta mi energía, mis ganas de, mi cariño y aunque no se si aceptará mi corazón quebrado, debo intentarlo. Nunca el sol se apaga, tampoco mi sentir. Y es por ese sentir que avanzo. Aún tengo algo para darle. Quiero hacerlo. Aún tengo una verdad más para contarle. Necesito que vuelva a brillar y que cada rayo que despida, ilumine su sonrisa.
Hay días en los que el sol no está, pero aparece. Hay momentos en los que la amistad se descompone, pero se arma nuevamente. Existen sentimientos que se ocultan para luego mostrarse puros y fuertes. Existe un amor que hemos forjado que jamás desaparecerá, aunque el sol ya no esté.