lunes, 10 de noviembre de 2008

Te vi

Te vi y me vi sin barreras, sin esas separaciones que quiebran el corazón.
Me viste verte y brillaste, simple, como siempre y quizás un poco más.
Ya no importó el sonido de tu voz, las palabras que se perdieron con el viento, tus manos gesticulando y tu boca sonriendo. Ya nada me importó. Porque pude verme en tus ojos y volví a descubrir esos detalles que siempre me colmaron; esa esencia que me enamora dejándome vacía cuando te vas.
Mi memoria alberga imágenes gratas, pues aun tengo marcado a fuego el beso que tus labios le dieron a mi mejilla y continúo sintiendo tu mano ejerciéndole presión a mi hombro. Aun conservo esos ojos negros devorándome sin tocarme, amándome sin pronunciarse. Aun te guardo en el corazón y cada vez que pulsa, me habla de ti, mientras el alma no deja de susurrar recuerdos exquisitos.
Son esas pequeñas cosas, tan simples, tan meras, las que hacen que no pueda entregarte al olvido ni echarte al abandono. Son enteramente responsables de que no pueda dejar de amarte. Han pasado muchos otoños, han pasado muchas cosas, pero cada vez que te miro a los ojos, me veo y entiendo, por qué no puedo dejar de sonreír.