sábado, 28 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


HISTORIA IV

Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas se acercó. Ella estaba inmóvil ante un aluvión de sentimientos que le partían el corazón y le marchitaban el espíritu. Buscaba en su alhajero interior, una joya que la distinguiera del resto y solo encontró una mano grave golpeando su rostro. Estática sobre aquellas baldosas resquebrajadas, veía como sus sueños se rompían en pedazos despoblando su futuro. El cielo gris le llenaba de plomo el alma y cada gota que caía le arrancaba lágrimas de amor. Ya solo le quedaba el dolor de un adiós tan frío como categórico y aquel hombre, que delicadamente, le ofrecía la protección de su paraguas

viernes, 20 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


HISTORIA III

Apartó su cabello del rostro y acarició sus labios. La miró y creyó ver un brillo fugaz en sus ojos. Apoyaba su cabeza en la suave almohada, mientras sus manos, tiernas, comenzaron a recorrer sus curvas, sus lunares, toda su geografía humana y sus ojos claros la devoraban. Podía sentir cómo su sangre fluía de prisa, extasiándolo y embriagándola. Seguro más de una noche la soñó así, como ella a él. Tenía el placer recorriéndome el cuerpo y el pensamiento. Comenzó a besarla lentamente. Primero la mejilla, luego la nariz, la boca, el cuello y más. Pronto, se encontró con un lugar apetecible que saboreó cuidadosamente mientras Clara cerraba sus ojos e intentaba esbozar un leve gemido. Y continuó, pausado, recorriendo su cintura. Cuando sus manos acariciaron sus caderas, la miró, serio pero confiado, y sin mediar palabra alguna, fue dueño de su cuerpo. Lo disfrutó hasta emborracharse con sus aromas y quiso compartir sus ganas de impregnarse de pasión. Notó como juntos se humedecían mientras las sábanas se ajaban bajo sus cuerpos en movimiento, dejando así su marca. Una marca que jamás podría borrar de su mente y tampoco de su corazón. Un corazón conmovido que entre gemidos, se colmaba de placer.
Abrió sus ojos y sintió el goce saliéndole por los poros, más sintió una extraña sensación de alivio cuando Abel le dejó respirar sin ataduras, sin sentir su cuerpo rígido y sudoroso oprimiéndola contra la cama. Se sintió devorada, se sintió mujer, pero no sintió amor. Y ese pequeño y letal detalle hizo la diferencia. Porque mientras Abel la comía con amor, Clara solo disfrutaba de ser acariciada, saboreada y mimada por otro hombre. Abismos separaron sus mentes pensantes y sus corazones latieron por caminos diferentes. Pero la razón no quiso avisarle al corazón y Abel continuó amándola, mientras ella solo sentía el dulce sabor del coqueteo.

martes, 10 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN

HISTORIA II

Inés tardó un poco en comprender que ya no lo veía como antes. Notaba un calor delicioso cuando Esteban le hablaba en voz muy baja cerca del oído. Sentía que su corazón bombeaba sangre con rapidez cuando se acercaba provocando que sus manos temblaran. Sin embargo, solo sintió algo diferente cuando él la miró fijamente a los ojos mientras se aproximaba con timidez. Tomó sus manos entre las de él y las rozó calidamente con sus labios ansiosos. Luego, con un breve y eterno gesto, tomó su mentón y lo alzó para besar su boca que se entreabría esperando sentir un poco más allá, confundida y exquisitamente nerviosa. Pudo sentir como sus cuerpos se estrechaban y no tuvo, ni quiso tener, las fuerzas necesarias para apartarlo.
La sangre le quemaba el cuerpo. Era capaz de saber por donde corría con solo cerrar sus ojos. Unos ojos cálidos que brillaban más de lo normal al hacer realidad ese beso breve. Ese primer beso.
Inés le rodeaba el cuello con la delicadeza de una princesa mientras Esteban, la tomaba por la cintura con un a débil firmeza. Sus alientos se cruzaron y él esbozó una pequeña sonrisa que se acentuó ante el rubor de sus mejillas.
No dijeron nada, aunque tampoco se separaron, y así continuaron unos segundos más, hasta que fue Inés la que quiso volver a besarlo. Podía sentir el latido de su corazón golpeándole el pecho y el calor en sus mejillas. Nunca antes la habían besado. Nunca, en sus quince años de vida había sentido el éxtasis del amor tan a flor de piel. No sé cuanto tiempo duró esa relación, lo cierto es que ese toque mágico, aun hoy lo lleva tatuado en el corazón.

lunes, 2 de junio de 2008

JUEGOS DEL CORAZÓN


Introducción


Existen historias que no deberían revelarse jamás, porque al hacerlo, quizás pierdan la magia que las envuelve. Sin embargo, merecen ser contadas para que no mueran en el alma de los protagonistas anónimamente.

Son historias de amor, pero también de pasión y de odio, de celos y de amistad, donde cada protagonista involucrará a su antojo, sentimientos y personas buscando así, su mejor partido.


Este espacio pretende dejar al descubierto aquellos breves momentos, imaginados o no, que no pueden ser archivados en mi olvido por una sencilla razón: Entregaría mi alma al diablo por saber lo que a solas cada uno ha sentido. Por saber la verdad más cruel que cada uno alberga en las entrañas de su corazón.



HISTORIA I

Todas las sonrisas se vieron desvanecidas ante la mirada fulminante de sus ojos claros, incisivos, tremendamente llenos de ira. Aquellos gestos que una vez se le antojaron dulces y de una simplicidad extraordinaria, hoy eran dagas que le atravesaban sin piedad. El “basta” en su mente se había transformado en palabras y aunque la duda existía en su corazón, comprendió que todo había terminado. Con el paso del tiempo las diferencias se hicieron insostenibles en los andamios construidos para reformar la esencia.
Mario dejó todo en el ruedo por volver realidad su sueño, pero no pudo ocultar la maldad de su alma. Quizás en su mente, una rendija dejaba que su corazón se filtrara en ella y lo imposible se volvía palpable. Tantas veces se dijo a si mismo que era la mejor mujer, la única para él, que se olvidó de vivir. Y la vida, sin previo aviso, le devolvió todas las realidades en forma de latigazos que alcanzaron su alma, lastimándola, estropeándola.
Solo implora a sus santos que no lo olvide, sin reparar que Ximena jamás podrá hacerlo. Ya solo se encomienda a la suerte de su destino para no morir en su indiferencia. Ella mientras tanto, intenta borrar las marcas imborrables de su alma. Sacude sus culpas como una vieja alfombra y lucha sin pausa para que los recuerdos no la ahoguen, en el mar de las dudas.