lunes, 27 de octubre de 2008

A veces

A veces un sonido acusa y el silencio hunde; una sonrisa brilla y una lágrima opaca. A veces los sueños vuelan y vagan por cielos estrellados, por cielos oscuros, por cielos simples. Ciertas veces, miles de ideas buscan ubicación, ansiosas, obstinadas y por supuesto, llenas de vida.
Hoy siento eso y también un poco más, y quizás un poco menos. Hoy tengo una juventud que se niega a partir y una madurez que la empuja. Me colma un soplo de ellas que se resisten entre si, mientras los años viajan por el tiempo y el calendario se deshoja en cada stación; mientras mis manos se manchan y mi cara se surca.
Muchos soles tostarán mi piel y varias nieves platearán mi frente, pero lo vivido, lo amando y también lo soñado, seguirá intacto en mi corazón, como el primer día y como la última noche.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Es la vida que pasa.


Hoy tengo la necesidad de encomendarme a mis dioses y recordar lo que tanto me duele. Volver a sentir los dardos en mi piel pinchándome, devolviéndome a la realidad con una bofetada sorpresiva. Me condiciono para no llorar y sin embargo, ya lo estoy haciendo. Debo buscar y comprender los por qué de esta vida parecida a un carrusel, que gira sin cesar y que siempre me hace pasar por los mismos lugares una y otra vez. Pero el juego es más simple o tal vez la vida, más compleja. Tantos giros a veces marean, a veces matan.
Sencillamente tengo la imperiosa necesidad de verme nuevamente viviendo lo que ya viví. Intentando sentir lo mismo pero sé que no será igual. Cada momento, cada sensación, cada cosa que sucede tiene la forma de un caleidoscopio donde ya no puedo volver a descubrir la misma figura. Todos los elementos están, pero diferentes. Todos mis sentimientos están, pero ya no son iguales.
Tengo la urgencia de gritar mis miedos, para que mengüen. Intento revivir cada soplo de esta vida para comprenderla y sin embargo, cuando vuelvo el tiempo atrás, me gustaría decir lo que muchas veces callé, llorar lo que en ocasiones reprimí y reír de lo que nunca me atreví. Hoy tengo un camino andado que me gustaría desandar. Tengo una madeja que quisiera desenredar. Sin embargo hoy, después de tanto tiempo, siento que ya no tengo tanto tiempo para hacerlo.
Cada vez más, me surge la imperiosa necesidad de estampar mi sentir, tan confuso, tan sincero, tan arrasador. Veo como la vida pasa y no soy capaz de subirme a ella. Veo como todo avanza mientras me quedo en la estación de los años esperando que otro tren de la vida se acerque por mi andén y me lleve. ¿Cuántos más dejaré pasar?