martes, 22 de enero de 2008

La rutina y el amor

Historias de hombres y mujeres. Historias de amor y de odio, de venganza y de traición. Historias simplemente. Y en cada una existen miradas diferentes, internas, profundas, cortantes. Historias que forman un destino que separa, que quita, que arrastra. Destino infalible, inevitable, contundente. Destino que en ocasiones se transforma en soledad. Amarga soledad que se arraiga a cada ser sumergiéndolo en una oscuridad macabra que hiere, que duele. Entonces la pregunta brota: ¿Qué pasa con la felicidad? ¿Dónde la dejamos?
En realidad nunca dejamos nada. Solo escondemos, disfrazamos, pero jamás dejamos aquello que una vez fue nuestro. Y entonces todo se vuelve pesado, es un estigma, una carga que llevamos en nuestra memoria y en el alma.
¿Y el amor? ¡Amor! Esa palabra que provoca una sonrisa en los labios, que llena de ilusiones, que obliga a viajar a una tierra desconocida y soñada, que simplemente arrebata toda realidad. Y la pasión. Que quema por dentro, necesaria, disfrutable, placentera. Tal vez da un placer especial, porque con ella se encuentra el impulso para cumplir las fantasías. Placer real de sentir al otro, de tocarlo, de adorarlo al límite mismo de la razón. Pero cuando todo se acaba, cuando saciamos ese fuego interno, un hachazo nos devuelve a la vida diaria en mil pedazos con la confusión propia del amor.
Y allí nos aguarda ella, la implacable rutina. Así aparece. Silenciosamente se instala y echa raíces en nuestras vidas. Vivimos y morimos con ella sin darnos cuenta. ¿Quién la envía? ¿Qué busca? Seguramente la compañía del indeciso, del inseguro. Lo mismo, siempre lo mismo. Es ella, la maldita rutina y no otra, la que nos marca y nos guía por caminos más constantes, más estables.
La rutina y la soledad son fieles amigas que no se apartan jamás del hombre racional, del hombre concentrado en sus razones, pero nunca podrá con el soñador, con el aventurero. Con él combate diariamente para lograr que abandone sus sueños, sus amores, sus locas pasiones, y sin embargo, pocos se dan cuenta de que está presente. Todos creen vivir sin ella.
La rutina. Esa que asoma cuando los recuerdos se hacen insostenibles, cuando nos obligamos a ocupar, sistemáticamente, el tiempo. Entonces ya no habrá lugar para pensar distinto, para sentir diferente, para soñar. Entonces será inevitable, será inamovible.

10 comentarios:

ro dijo...

Hola, Sil! Sería bueno que ya que no podemos librarnos de la rutina, estoy de acuerdo, al menos cada día reserváramos como parte de la rutina, un espacio y tiempo destinado a lo inusual! Aunque fuera media hora. Abrazo

Unknown dijo...

Me apunto a la sugerencia de Rossana.
Supongo que la rutina existe para no tener que afrontar el miedo al cambio.
Me ha encantado el artículo.
Un beso desde España.

Luis

Arcángel Mirón dijo...

Tenés razón. Uno no abandona la felicidad: simplemente la busca en otro sitio.

Juan Pablo Dardón dijo...

Pinche amor, a veces dan ganas de tirar la toalla! La rutina, creo que es normal en una pareja, queda en uno asumirla o no. Si rutinariamente me la paso bien contigo, digo, no tengo razones por qué aburrirme de ello. También va de la mano con una decisión de vida, creo. La vida es eso, una rutina y se decide buscar compañía para caminar en ella o andar de relación en relación viendo qué pueda pasar para más adelante. Buen post y buen tema, chau y un abrazo desde Guatemala!

Zeta dijo...

Discreparé brevemente.
Cada noche nos despojamos de todo. Y cada mañana nos lo volvemos a echar encima.
La felicidad redescubierta, es en realidad nueva.
La tristeza, es cada día nueva.
La rutina, es otra ilusión de una estructura de la conciencia que los psicoestudiosos llaman "Yo".

La pasión, por definición, no puede durar.

No, borre todo lo anterior, señorita.
¡Eso no lo escriba!

Estoy de acuerdo.
Excepto lo de la pasión.

Excepto lo

Susana Peiró dijo...

Sil: ¿Quién escapa del todo a la rutina? Ese conjunto de actos inveterados que hacemos sin razonar, mecánicamente.

Si acaso a veces no sonara como un grito el descontento interior, no nos animaríamos a revisar los días e imaginar las nuevas formas de vivir.

Un abrazo.

vafalungo dijo...

La lucha contra la rutina es dura. Muchos caen devorados por sus temibles fauces. Pero mientras tengamos fuerzas debemos combatirla. Con pasión, con locura, con ilusión, con hambre de amor, con sueños de colores. Cada día que resistamos es una victoria impagable.
Un abrazo

Germán dijo...

Mirá... ahora que lo planteás de esa manera, enemiga brava es la rutina. Y en el amor, hace falta mucha lucidez para ganar, supongo. La vida diaria parece tener un marco, que sirve para no perderse, para seguir un rumbo. Ahora... quizás es envidiable ver que hay personas que se olvidan de los marcos, y que encuentra eso que se llama felicidad, y desde afuera hasta parecen desgraciadas. Nada de esto está comprobado, mi querida Sil.
Muy lindo, como siempre que me acerco a la prueba de tu imaginación

Zeta dijo...

Bueno, ves, en este momento me agarró la rutina.

Mr. Magoo... dijo...

Lo iba leyendo y me iba sumergiendo en un pensamiento que es mi vida misma, luchando eternamente contra esa rutina, que nos deja secos, sin ganas, sin nada, como automatas, siguiendo a la rutina, como programados, con principio y fin y sin espacio para mas.

Me gusta esto que estoy leyendo, son buenas letras.